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Original Web

El crecimiento espiritual trae realización y relaciones saludables

Del número de julio de 2024 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 12 de febrero de 2024 como original para la Web.


“Los desafíos son pruebas del cuidado de Dios “. Esta declaración de Mary Baker Eddy, en la página 66 de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, fue a menudo una fuente de confusión para mí. En la Escuela Dominical me habían enseñado que mi Madre-Padre Dios es el Amor infinito, y a lo largo de los años había experimentado algunas curaciones maravillosas como resultado de la comprensión de esta relación tierna y amorosa. Pero recuerdo que pensé: “¿Cómo podría entonces una prueba dolorosa  —uno que parece totalmente desprovisto de amor y protección— ser una prueba del cuidado del Amor?”. 

La oportunidad de explorar esta pregunta surgió cuando enfrenté una profunda tristeza y depresión.

Después de graduarme de la universidad, pasé años buscando el propósito de mi vida. Con un título en música y formación en actuación para cine, televisión y teatro, pensé que trabajar en las artes me traería un sentimiento de satisfacción. Si bien cada oportunidad de actuar era una delicia, cada día era también acompañado de un vacío constante y generalizado.   

Comencé a  investigar la psicología, al pensar que podía resolver mis problemas  mediante un análisis de todos los “errores” de mi historia mortal y al enfocarme en comprender el dolor emocional. Entré en una relación motivada por el temor a la pérdida. Era moralmente erróneo y parecía fomentar un medio para el abuso emocional. Sentía que iba por el lado equivocado en el camino de la vida, sin ningún lugar donde dar la vuelta y sin otra opción que seguir adelante. Había olvidado que Dios era el que estaba al volante.

Después de varios meses, la relación finalmente se desmoronó, y al no darme cuenta aún de esta bendición, sentí que no tenía ningún propósito en la vida. Fue en este punto que mis amorosos padres me animaron a llamar a un practicista de la Ciencia Cristiana para que me apoyara con la oración. Este fue el momento crucial en mi curación. A través de muchas conversaciones con el practicista, recordé mi tierna relación con el Amor divino. Esta relación se profundizó exponencialmente cuando fui guiada a tomar Instrucción de Clase Primaria, un curso de dos semanas sobre la curación en la Ciencia Cristiana. 

Como resultado de la oración y el estudio impulsados por Dios, dejé de verme a mí misma como un mortal con una historia llena de dolor emocional, y comencé a tomar conciencia de mi realidad como hija de Dios. Había asumido un falso sentido de responsabilidad por mi vida y mis relaciones, al participar del “árbol de la ciencia del bien y del mal” (Génesis 2:9), en lugar de reclamar mi verdadera identidad espiritual como se describe en el primer capítulo del Génesis. Estaba tratando de tomar el lugar de Dios como el creador de mi vida.

A medida que mi pensamiento comenzaba a liberarse, comprendí la irrealidad de lo que había sido etiquetado como “depresión”. La Sra. Eddy dice en su libro Retrospección e Introspección: “Es bueno saber, querido lector, que nuestra historia material y mortal, no es sino el registro de los sueños, no de la existencia real del hombre, y los sueños no tienen lugar en la Ciencia del ser” (pág. 21). 

Con esta verdad en el pensamiento, desperté. Dejé de tratar de “arreglar el sueño” y acepté que, por ser la imagen del único creador, Dios, mi vida era divinamente inspirada, y que era guiada por el camino correcto con abundancia de propósito y satisfacción.

En un período increíblemente corto, Dios me guio en una mudanza al otro lado del país. Todas mis necesidades fueron satisfechas, así como las de otros por quienes había sentido un falso sentido de responsabilidad. Fui orientada a comenzar a trabajar como enfermera de la Ciencia Cristiana. Este trabajo solidario e inspirado ha sido una fuente infinita de bendiciones, y he descubierto que mi amor por las artes se ajusta perfectamente a él, de maneras nuevas y hermosas. Finalmente, llegué a comprender que la persona de la relación, que había parecido ser la esencia de mis desafíos, también era parte de este despertar. Al verme a mí misma en mi verdadera luz, también pude verlo a él en su verdadera luz.  Logré saber, sin lugar a dudas, que ninguno de los dos —como imagen de la pureza y el amor de Dios— podemos ser víctimas ni victimarios. 

Esta claridad trajo consigo la comprensión del verdadero perdón: la aniquilación en el pensamiento de toda realidad opuesta a Dios, el bien. La libertad que sentí al perdonar a esta persona resultó en una amistad basada en un fundamento espiritual y guiada por un sentido elevado del amor de Dios.

Todo esto me lleva de vuelta a la cita con la que comencé. La cita completa dice: “Los desafíos enseñan a los mortales a no apoyarse en un báculo material, una caña cascada, que traspasa el corazón. Apenas recordamos esto cuando brilla el sol de la alegría y la prosperidad. El pesar es saludable. A través de grandes tribulaciones entramos en el reino. Los desafíos son pruebas del cuidado de Dios” (Ciencia y Salud, pág. 66). 

Mis desafíos me hicieron tomar conciencia del hecho de que no había desafíos. Al quitar el báculo material que atravesaba el corazón, experimenté plenamente la alegría, el consuelo, el cuidado, la protección y la satisfacción del abrazo del Amor. Fui apartada por completo de la falsa imagen material de la depresión, la tristeza, la angustia, el estancamiento y el abuso: el sueño de Adán.

Al vivir en el reino de Dios, encontré una paz mental permanente. Encontré un sentido más completo del amor y la amistad. Encontré la vocación de mi vida. ¡Vaya pruebas del cuidado de Dios! 

Zandréa Krysha
Maryland Heights, Missouri, EE.UU. 

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