Cuando suena el teléfono, por lo general espero una conversación productiva. Pero hace años, comencé a recibir llamadas que comenzaban: “Esta es la compañía de su tarjeta de crédito que llama por un problema con su cuenta”. También recibía llamadas amenazantes supuestamente del personal de impuestos sobre la renta o de las fuerzas del orden. Tuve que detenerme y preguntarme: “¿Quién me está llamando realmente?”. Incluso hubo llamadas que decían ser de “su oficina local de adivinos profesionales”.
Aun cuando estamos completamente alertas a la fraudulenta intención de tales llamadas, estas pueden ser una interrupción desagradable, intrusiva y molesta. Quizá parezca tentador reaccionar irritándose o colgando abruptamente. Pero quería responder de una manera más útil y espiritual.
Recurrí a las enseñanzas de Cristo Jesús en la Biblia. En el pasaje llamado las Bienaventuranzas (Mateo 5:3-12), Jesús habla de las cualidades espirituales que, cuando se viven, nos permiten experimentar la alegría y las bendiciones que provienen de Dios, el Amor divino. Él dice, por ejemplo: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”. Este mensaje simple pero profundo me llegó directo al corazón. Si bien quería ciertamente que las personas que llamaban dejaran de estafar a la gente, vi que en lugar de pensar que las llamadas no solicitadas eran una pérdida de tiempo, podía verlas espiritualmente y responder con amor y compasión. Se me ocurrió que muchas personas detrás de este tipo de acciones tienen necesidades legítimas que podrían satisfacerse a través de esfuerzos honestos y útiles.
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