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Original Web

Lo que Dios ya está haciendo

Del número de julio de 2024 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 23 de abril de 2024 como original para la Web.


Cuando era niño, vi una película sobre genios y me fascinó. Sabía que los genios —representados en la cultura occidental como espíritus con poderes mágicos que conceden deseos— eran simplemente una fantasía; sin embargo, era atractivo el concepto de poder llamar a un ser con superpoderes para que interviniera y solucionara problemas. En mi clase de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, había escuchado acerca de Dios y de todas las cosas maravillosas registradas en la Biblia que había hecho por las personas. Me pregunté si el trabajo de Dios era intervenir en la vida de la gente, algo así como un genio.

Al mismo tiempo, también aprendí que había algunas desventajas en los genios; por ejemplo, un genio podía estar en un solo lugar a la vez y, por lo general, solo concedía tres deseos. A veces se los representaba como si no estuvieran dispuestos a ayudar si estaban de mal humor o si los frotabas (a ellos o a su lámpara) de la manera incorrecta.  

Cuando comencé a asistir a la Escuela Dominical con regularidad, recibí muy buenas noticias. Dios es mucho mejor —infinitamente mejor— de lo que jamás podría imaginar que podría ser un genio. Dios, a quien la Biblia llama Espíritu y Amor, siempre está pacientemente aquí para ayudarme, no importa cuántas veces se lo pida. Además, Él nunca está demasiado ocupado, jamás está de mal humor y me ama infinitamente.

Dios, por ser Espíritu, no entra en una existencia material e interviene para mejorar las cosas. Lo que Dios ha hecho amorosamente, en primer lugar, es crearnos libres de toda materialidad. Afortunadamente, la creación de Dios —Su reino— es enteramente espiritual y buena. ¡No podríamos desear más! 

Cristo Jesús se regocijó en esta verdad y dijo acerca de Dios: “Venga tu reino” (Mateo 6:10). Y el libro de texto de la Ciencia Cristiana lo interpreta espiritualmente de esta forma: “Tu reino ha venido; Tú estás siempre presente” (Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 16). Por lo tanto, no es que “Tu reino está en camino”. No, la naturaleza enteramente espiritual y buena de la realidad ya está en su lugar.

Así que la razón por la que Dios no entra en un mundo físico y arregla las cosas es que no es necesario. La Ciencia Cristiana enseña que Dios y Su manifestación, —incluidos cada uno de nosotros— son la totalidad de la existencia. Todo lo real y bueno ya está presente e intacto.

Ciencia y Salud dice: “La oración no puede cambiar la Ciencia del ser, pero tiende a ponernos en armonía con ella” (pág. 2). La oración que reconoce lo que Dios ya ha hecho nos sana, transforma, corrige y limpia por completo.

Nunca creas que Dios, el Amor divino, es malhumorado o caprichoso. Si lo fuera, entonces solo unas pocas personas afortunadas podrían recibir ocasionalmente la ayuda de Dios. En cambio, Dios promete sinceramente en la Biblia: “Yo el Señor, no cambio” (Malaquías 3:6, LBLA). Este Espíritu, que es el Amor, es perfectamente coherente y siempre está presente para todos, sin reservas. No es necesario frotar una lámpara mágica para llamar la atención de Dios. Ya tienes y siempre tendrás toda la atención del Amor. El amor de Dios por ti siempre fluye abundantemente, no porque seas personalmente digno, sino simplemente porque eres Su hijo.

Recuerdo muy bien cuando me enteré por primera vez del amor ilimitado de Dios. Tan pronto como reconocí humildemente la presencia del Amor, comencé a sentirlo. Se desborda en cada uno de nosotros, y es útil adoptar la práctica de reconocerlo. De hecho, el reconocimiento es un elemento clave de la oración. Si alguien deposita una gran cantidad de dinero en tu cuenta bancaria, pero no te lo dice, no te servirá de nada. Es cuando te enteras de que el dinero está presente que puedes beneficiarte de él. Del mismo modo, tu cuenta con Dios está rebosante de una cantidad infinita de amor y bondad. Descubre y comienza a reconocer constantemente su presencia, y comenzarás a experimentar sus beneficios.

En lugar de pedirle a Dios que nos arroje un poco de bondad, es una alegría abrazar la presencia constante de Dios y su amor inquebrantable, inmutable e ilimitado.

Las personas que observaban a Jesús deben haberse sorprendido mucho cuando,  mientras permanecía frente a la tumba cerrada de su amigo Lázaro, lo escucharon agradecer a Dios. ¿Dar gracias? No hay forma de saber específicamente lo que Jesús estaba pensando en ese momento, ¡pero es obvio que no estaba dando gracias por la muerte! El relato dice: “Habiendo dicho esto, gritó con fuerte voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadlo, y dejadlo ir” (Juan 11:43, 44, LBLA).

¿Es posible que, en lugar de pedirle a Dios que interviniera y trajera a su amigo de vuelta físicamente, Jesús simplemente estuviera agradecido de que Dios, el Espíritu divino, es la Vida interminable de todos nosotros? En realidad, Jesús no podía sino agradecer a Dios por escuchar siempre sus oraciones reconociendo la perfección, la acción y la bondad del Espíritu que ya están presentes en todos.

Podemos aprender y seguir el alentador ejemplo de Jesús. Al orar, en lugar de pedirle a Dios que nos arroje un poco de bondad, es una alegría abrazar la presencia constante de Dios y el amor inquebrantable, inmutable e ilimitado que ya está dentro de nosotros y nos rodea. Ciencia y Salud revela que “Dios no es movido por el aliento de la alabanza para hacer más de lo que ya ha hecho, ni puede el infinito hacer menos que conceder todo el bien, ya que Él es sabiduría y Amor invariables” (pág. 2).

Esta nueva perspectiva sobre la oración nos ayuda a dejar atrás la noción de que Dios es como un genio que, si tenemos la suerte de encontrarnos con su lámpara, podría intervenir, y mejorar nuestras vidas de alguna manera. La Sra. Eddy escribe: “Si oramos a Dios como a una persona corpórea, esto nos impedirá renunciar a las dudas y temores humanos que acompañan tal creencia, y así no podemos captar las maravillas elaboradas por el Amor infinito e incorpóreo, para quien todas las cosas son posibles” (pág. 13).

Sí, todas las cosas. “No temáis, manada pequeña; porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino”, dijo Jesús (Lucas 12:32). Nunca se trata de que te hayas ganado el amor de Dios o de que hayas obtenido un billete de lotería ganador; es para Su propia gloria que Dios cuida de ti y expresa en ti Su bondad pura y perfección absoluta. Las maravillas de la acción divina —lo que Dios ya está haciendo— nunca cesarán, y vale la pena reconocer estas maravillas, y estar más y más agradecidos por ellas cada gozoso día.  

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