Si anhelas encontrar un verdadero significado o propósito en tu vida, no estás solo. Muchos personajes bíblicos necesitaban encontrar o recuperar la dirección y el propósito. Al orar, no solo encontraron que Dios era una fuente de consuelo, sino que también aprendieron lo que Dios realmente es: todo el bien, el Principio omnipotente, el Amor infinito.
La segunda carta de Pablo a la joven iglesia de Corinto revela profundas verdades espirituales sobre el cuidado infinito y firme de Dios por Sus hijos. Animándolos a ellos —y a nosotros— a seguir adelante en nuestro camino cristiano, Pablo escribe: “Es el Dios que dijo, ‘Brille la luz fuera de las tinieblas’, quien ha resplandecido en nuestros corazones para dar la luz del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. … Estamos afligidos en todos los sentidos, pero no aplastados; perplejos, pero no llevados a la desesperación; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos” (2 Corintios 4:6, 8, 9, New Revised Standard Version).
Esa puede parecer una lista deprimente, pero Pablo asegura a los lectores que estas sugestiones de confusión y duda no son la última palabra cuando continúa diciendo: “Porque sabemos que el que resucitó al Señor Jesús, también a nosotros nos resucitará con Jesús, y nos llevará con ustedes a su presencia. … Así que no desmayamos” (versículos 14, 16, NRSV). El hecho es que Dios es luz y expresa Su propósito divino en cada uno de nosotros a cada momento, y cada uno de nosotros tiene una función única en la creación de Dios.
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