Durante mucho tiempo, luché por llevarme bien con una de mis hermanas. Creía que ella estaba tratando de molestarme a propósito, y parecía que mis padres siempre estaban de su lado. Empezó a ser muy frustrante. Sentía que no me escuchaban, que mis padres eran injustos y estaba enojada conmigo misma por no encontrar una manera de resolver el problema.
No fue sino hasta que fui a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana un domingo que me di cuenta de que podía orar acerca de lo que pasaba, y que la oración realmente podía ayudarme a resolver este problema. Mi maestra de la Escuela Dominical suele preguntarle a nuestra clase si tenemos alguna duda para aclarar; así que ese domingo le pedí que compartiera algunas ideas que pudieran ayudarme a orar sobre la situación con mi hermana.
Mi maestra me recordó una historia de la Biblia acerca de dos hermanos, Jacob y Esaú. Jacob le robó la primogenitura a Esaú, y este estaba tan furioso que quería matarlo. Sin embargo, cuando los hermanos se encontraron años después, Esaú no atacó a Jacob como este había temido. En lugar de eso, pudieron reconciliarse. La reconciliación ocurrió porque Dios produjo un cambio de carácter en Jacob y un cambio de actitud en Esaú (véase Génesis 25-33).
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