Mi estudio de la Biblia y Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, me ha brindado una creciente comprensión de Dios como el solo y único creador. Dios es el bien infinito y es el Principio divino absoluto.
En el libro de texto de la Ciencia Cristiana, leemos: “Es nuestra ignorancia de Dios, el Principio divino, lo que produce la aparente discordancia, y el entendimiento correcto de Él restaura la armonía” (Ciencia y Salud, pág. 390). Hace unos años, pude probar la veracidad de esta afirmación durante un momento difícil en el que enfrenté un desafío que parecía muy abrumador, pero que se resolvió mediante el reconocimiento de que Dios es Todo-en-todo.
Había una acusación judicial contra el patrimonio de mi difunto esposo, que estaba en proceso de sucesión en esa época. La situación de mis derechos como heredera no era nada favorable. Inmediatamente me volví a Dios, el Principio omnisciente, a fin de comprender la correcta resolución.
En ese momento, una de las Lecciones Bíblicas del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana incluía este pasaje de la página 13 de Ciencia y Salud: “El Amor es imparcial y universal en su adaptación y en sus concesiones”. Esto se destacó para mí y me llamó la atención, a pesar de que ya lo había leído en varias ocasiones.
En expectante quietud durante varios días, oré con este mensaje divino, encontrando sinónimos para cada palabra, hasta que alcancé una comprensión más clara. También oré con un pasaje del libro de Jeremías, en la Biblia, que me aseguró que los pensamientos de Dios acerca de Sus amados hijos son pensamientos de seguridad, integridad, continuidad, dignidad, bienestar y prosperidad (véase 29:11).
Finalmente, pude percibir la concesión universal e imparcial del amor de Dios al hombre. Me di cuenta de que una decisión humana, ya sea que fuera vista como favorable o desfavorable para cualquiera de las partes involucradas, nunca tendría el poder de paralizar o extinguir el bien. En otras palabras, una decisión humana no podía alterar el hecho absoluto de que el hombre, como idea de Dios, la Vida divina, creado a imagen y semejanza de la Vida, es y siempre será heredero eterno de Dios.
El hombre ya posee todo lo que pertenece a su Padre, el Amor divino, el único creador, el bien infinito. Cristo Jesús enseña esto en una parábola en el libro de Lucas, donde dice: “Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas” (15:31). El bien infinito nos pertenece de forma innata, porque coexistimos eternamente con el Padre-Madre Dios.
Reconocí estas verdades, que fueron enseñadas y practicadas por Cristo Jesús, y que aún hoy muchos estudiantes de la Ciencia Cristiana comprueban; y el desafío judicial se disolvió. Ya no hubo ninguna barrera para acceder a la herencia de mi difunto esposo. Lo que permaneció conmigo fue una radiante sensación de seguridad, paz y amor, y una inmensa gratitud. Estaba agradecida a Dios, que es Todo-en-todo, y agradecida a todos los que trabajan por la ley y la justicia. Después de esto, surgieron otros desafíos, y también fueron superados, gracias a lo que aprendía en la Ciencia Cristiana.
Hasta el día de hoy, esta experiencia de aprender más acerca de mi primogenitura como hija de Dios continúa expandiendo mi comprensión acerca de Él y de Su creación.
