Una tarde, mientras esperaba que le hicieran el servicio a mi coche en un concesionario local, decidí cruzar la calle y echar un vistazo a una tienda de muebles. Estaba comiendo pretzels, cuando de repente, en el estacionamiento, inhalé varios pretzels pequeños y mi tráquea se bloqueó.
Traté de tomar aire, pero eso empeoró la situación. Toser también era inútil. Incapaz de inhalar o exhalar, sabía que necesitaba calmar mi pensamiento y orar, ya que temía desmayarme.
El Salmo 46:1 dice: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones”. Sabía que mi ayuda era comprender que Dios, el Espíritu, tiene el control de mi vida y que ninguna circunstancia material es verdaderamente real o tiene control sobre mí. El miedo disminuyó y me sentí tranquila y no sola.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!