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Original Web

“Venga Tu reino”: Una invitación diaria

Del número de septiembre de 2024 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 17 de junio de 2024 como original para la Web.


Estas tres palabras, “Venga tu reino” (Mateo 6:10), que Cristo Jesús nos dio en el Padre Nuestro, son una invitación a dejar que Dios, no la voluntad humana, gobierne nuestros pensamientos y acciones día a día. Jesús dejó en claro nuestra necesidad de hacer esto al comienzo de su ministerio cuando dijo: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17). 

Mary Baker Eddy dio el siguiente Estatuto a los miembros de la Iglesia que fundó: “Será deber de cada miembro de esta Iglesia orar diariamente: ‘Venga Tu reino’; haz que el reino de la Verdad, la Vida y el Amor divinos se establezca en mí, y quita de mí todo pecado; ¡y que Tu Palabra fecunde los afectos de toda la humanidad, y los gobierne!!” (Manual de La Iglesia Madre, pág. 41). Este Estatuto, titulado “La oración diaria”, es una guía indispensable en la práctica diaria de la curación de la Ciencia Cristiana. Esto es algo de lo que he encontrado útil en esta “oración diaria”.

Deber e invitación 

Será deber de cada miembro de esta Iglesia orar diariamente: ‘Venga tu reino’; …

La palabra deber a menudo evoca un sentido de carga y responsabilidad: por nuestra familia, trabajo, comunidad, iglesia, etc. La sensación de estar abrumados puede hacer que nos preguntemos cómo es posible cumplir con todo lo que tenemos  por hacer. Por otro lado, orar “Venga tu reino” invita al poder y al amor supremos de Dios a guiar nuestros pensamientos, y nos permite cumplir con nuestros deberes con libertad y alegría y sin un falso sentido de responsabilidad. 

En la Biblia, Marta tuvo que aprender esa lección cuando Jesús visitó su casa (véase Lucas 10:38-42). Ella tenía una hermana llamada María que, momentáneamente, dejó de lado sus responsabilidades de anfitriona para escuchar primero el reconfortante e inspirador consejo espiritual de Jesús. Cuando Marta se quejó de que María no la ayudaba, Jesús elogió a María, indicando que, al poner la comprensión espiritual en primer lugar, la alegría en lugar de la carga acompañaría sus actividades diarias.   

Cada día, podemos experimentar la alegría de invitar al amor de Dios a entrar en nuestros corazones y dejar que gobierne nuestros pensamientos y acciones. Entonces nosotros también sentiremos felicidad y libertad al cumplir con nuestras responsabilidades, en lugar de carga.

¿Por qué tenemos que invitar al reino de Dios a que venga a nosotros? Después de todo, Dios es el Gobernante Supremo de toda Su creación, por lo que Su reino ya está aquí y en todas partes. Esta es la realidad actual. Dios siempre está gobernando Su creación. Sin embargo, Marta no estaba pensando en esto cuando se vio atrapada en la preocupación por sus deberes humanos. Por otro lado, la principal preocupación de María era tomar conciencia de la presencia y el poder de Dios, que permanecerían con ella y le daría alegría y libertad mientras cumplía con sus responsabilidades diarias. El ejemplo de María muestra la importancia de servir a Dios momento a momento, todos los días.

Establecimiento y gobierno 

. . . haz que el reino de la Verdad, la Vida y el Amor divinos se establezca en mí, y quita de mí todo pecado; . . . 

Orar “La oración diaria” no es solo dar la bienvenida al reino de Dios en nuestra vida diaria. Es ceder al gobierno supremo de Dios, ser genuinamente receptivos a estar gobernados por la Vida, la Verdad y el Amor divinos en cada aspecto de nuestras vidas. 

Dejar que el reino de Dios “se establezca en mí” muestra nuestra sincera disposición de dejar que Dios efectúe un cambio de base fundamental en nuestros pensamientos, deseos, móviles y acciones. Experimentar una transformación espiritualmente purificadora del carácter. 

Para que la Divinidad “[quite] de mí todo pecado” se requiere, en primer lugar, una comprensión de lo que es el pecado. La Ciencia Cristiana enseña que el pecado no es parte de la verdadera identidad de nadie como reflejo espiritual puro y perfecto de Dios. Esta es la razón por la que necesitamos condenar el pecado —cualquier separación, pequeña o grande, de los pensamientos divinos— y corregir la forma en que pensamos de nosotros mismos y de los demás. Hacerlo incluye amarnos unos a otros como Dios nos conoce y nos ama, como a Su propia semejanza. Esta es la actividad misericordiosa del arrepentimiento diario.

A medida que hacemos esto, algunos pensamientos erróneos y negativos pueden surgir y afirmar que tienen una historia profundamente arraigada en nuestro pensamiento. Pero no tienen ni un solo momento de la verdadera historia del reflejo espiritual de Dios, porque cada día es siempre el día del gobierno supremo de Dios. Por lo tanto, podemos regocijarnos en lugar de disgustarnos, cada vez que se descubren en nosotros pensamientos desemejantes a Dios. En ese mismo momento, podemos ver esas creencias por lo que son —impostores que pretenden ser parte de nuestra identidad—, tirarlas al cubo de la nada y terminar con ellas.

Los seres humanos no son perfectos, pero el bien en la consciencia humana es real. Y la obediencia a “La oración diaria” es una forma de demostrar progresivamente la bondad de nuestra identidad espiritual verdadera y perfecta. ¡Regocíjate! La obediencia a este Estatuto traerá al Cristo, “el divino mensaje de Dios a los hombres que habla a la consciencia humana” (Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 332), a tu pensamiento y experiencia, como lo ha hecho en el mío una y otra vez.

Beneficio para toda la humanidad

¡… y que Tu Palabra fecunde los afectos de toda la humanidad, y los gobierne!”

Esta es la culminación de “La oración diaria”: orar para ser testigos del gobierno del Amor divino sobre cada uno de Sus benditos hijos.

A medida que la Palabra de Dios purifica nuestro pensamiento, la vemos brillar y enriquecer los afectos de toda la humanidad, gobernándola. Nuestro motivo diario puede ser ceder a la Palabra de Dios para el beneficio de los demás.

Pero ¿qué es la Palabra de Dios? Podemos considerar la Palabra de Dios como Su promesa, Su ley de bondad y poder que gobierna Su reflejo espiritual, el hombre y el universo.

El Evangelio de Juan comienza con esta afirmación: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella” (Juan 1:1-5).

Cristo Jesús es el ejemplo viviente para toda la humanidad de lo que ocurre cuando permitimos que solo la Palabra de Dios —la promesa y ley eternas del Amor divino— gobierne nuestros pensamientos y acciones. Reflejar el poder y el gobierno supremos de Dios, ceder humildemente a ellos y permitir que elimine de nuestro pensamiento cualquier oscura creencia mortal de pecado, enfermedad y muerte, son los medios para traer la curación mediante el Cristo a nuestra experiencia y a la de los demás.   

Es natural orar por toda la humanidad al contemplar la verdadera identidad espiritual y perfecta de cada persona que viene a nuestra consciencia, así como la de todos los que necesitan nuestras oraciones en todo el mundo. ¡Es el propósito que Dios nos ha dado!

El libro de texto de la Ciencia Cristiana promete: “Dejemos que el altruismo, la bondad, la misericordia, la justicia, la salud, la santidad, el amor —el reino de los cielos— reinen en nosotros, y el pecado, la enfermedad y la muerte disminuirán hasta que finalmente desaparezcan” (Ciencia y Salud, pág. 248).

No hay mejor manera de vivir cada día que dejar que el reino de Dios reine dentro de nosotros, y traiga reforma y curación al mundo y a nosotros mismos.

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