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Original Web

Oremos cuando hay conflicto

Del número de enero de 2025 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 18 de noviembre de 2024 como original para la Web.


Entre cada noticia sobre la guerra, ¿hay espacio para pensar? ¿Para orar? Siempre es importante mantenerse al día con las noticias, pero también debemos tomarnos el tiempo para alejarnos de los detalles discordantes. He descubierto que, para elevarme por encima de los ciclos de los deprimentes informes de fatalidades que pueden pasar por mi cabeza, necesito estar quieto y orar. La oración no es algo detrás de lo cual esconderse; la oración eleva mi pensamiento más allá de lo que veo físicamente y saca a la luz la bondad y la totalidad de Dios.

Así que, últimamente, he tomado tiempo para considerar el simple hecho de que Dios es bueno y, como Jesús demostró en su vida y en sus curaciones, Dios siempre es completamente bueno. Como se explica en el libro de texto de Mary Baker Eddy sobre la curación mediante el Cristo que practicaba Jesús, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, “En sajón y en otras veinte lenguas, bien es el término para Dios. Las Escrituras declaran que todo lo que Dios hizo es bueno, como Él mismo, bueno en Principio y en idea. Por lo tanto, el universo espiritual es bueno y refleja a Dios como Él es” (pág. 286).

A medida que estudio más sobre la naturaleza de Dios, me siento incentivado a aprender cómo el universo espiritual de Dios es el único y solo universo. A fin de cuentas, puesto que vivimos en un universo de Dios, vivimos en un universo de bien, en el que también nosotros somos espirituales y buenos, a pesar de la apariencia de las cosas. En contraste con la cacofonía actual de desaliento y violencia, esta es una noticia muy alentadora.

Reconocer esto nos abre los ojos al hecho de que la presencia de Dios es tangible. No importa a lo que nos enfrentemos, Dios está con nosotros, y guía tanto lo que pensamos como lo que experimentamos.

Cuando era niño, recuerdo que un día, un estudiante mayor que yo me intimidó y me golpeó. Pero descubrí que lo que había estado aprendiendo en mi clase de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana —y lo que había puesto en práctica fuera de ella— surtían efecto. En lugar de sentir miedo o enojo, todo mi corazón se desbordó de una conciencia palpable del amor de Dios, tanto por mí como por el otro estudiante. Más tarde, esta persona me miró directamente a los ojos y se disculpó; y descubrí que ni siquiera necesitaba perdonarlo, ya lo había hecho.

Detenerse, estar quieto y contemplar el hecho de que Dios siempre está presente y es solo bueno nos muestra la armonía que en verdad está sucediendo. A medida que avanzamos cada día, todos permanecemos realmente dentro del reino siempre presente del Amor divino, que no es solo poderoso a medias; el Amor es omnipotente, todopoderoso. Podemos orar para ver cómo, con plena autoridad, el Amor gobierna cada escena, cada momento, a todos. La bondad de Dios es en realidad inconmensurable, jamás se acaba.

Incluso antes de que comencemos a orar, la bondad de Dios es infinita y está siempre presente. En una época en que preponderaba la violencia, una persona en la Biblia oró con alegría: “Oh que los hombres alaben al Señor por su bondad, y por las maravillosas obras que ha hecho para los hijos de los hombres” (Salmos 107:8, KJV). Es útil hacer una pausa y alabar a Dios de esa manera.

Dios ama profundamente la bondad que ve reflejada en cada uno de nosotros como Su linaje espiritual. De hecho, Dios dice esto acerca de Sus hijos: “Serán como las joyas de una corona, alzados como un estandarte en la tierra [de Dios]” (Zacarías 9:16, KJV). Desde la perspectiva de Dios, cada uno de nosotros, en nuestra perfección divina reflejada, es como una joya en una corona.

¡Ten en cuenta eso! Dios verdaderamente nos ama más allá de toda medida. Y el amor y la bondad de Dios corrigen todo lo que no se alinea con esta verdadera visión de nosotros mismos y de los demás, y nos guían.

Disfrutamos del amor de Dios, somos fortalecidos en él, somos guiados por él, somos mantenidos íntegros como resultado de ello. Jesús lo demostró cuando una turba violenta intentó matarlo: “Mas él pasó por en medio de ellos, y se fue” (Lucas 4:30).

A pesar de los informes que llegan a nuestras pantallas sobre el delicado estado de la unidad mundial, la oración revela que, en el amor de Dios, todo lo que poseemos es la bondad que proviene de Dios. Nuestra existencia misma no solo depende del amor de Dios, sino que está hecha para representarlo.

Es importante para el mundo que sepamos profunda y firmemente que Dios, el Amor divino, y Su creación son buenos, y solo buenos. La forma de avanzar es ser constantemente consciente de la presencia y el amor de Dios, aquí y ahora. Al orar de esta manera, podemos sentirnos reconfortados al saber que nuestros silenciosos esfuerzos contribuyen en gran medida a la curación de los conflictos en todo el mundo.

Publicado originalmente en la columna Christian Science Perspective de The Christian Science Monitor.

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