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Original Web

Curación y armonía durante el servicio en la iglesia

Del número de enero de 2025 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 3 de junio de 2024 como original para la Web.


Una noche, poco antes de salir de casa para asistir a la reunión de testimonios en nuestra filial local de la Iglesia de Cristo, Científico, de repente me sentí mal y estaba adolorida.

Aunque moverme era incómodo, no quería perderme el servicio. Aprecio estas reuniones semanales de testimonios: los momentos de oración inspirada, así como las preciosas lecturas de la Biblia y de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy, el dulce compañerismo y los alentadores testimonios de curación que se comparten. Es un momento de mi semana refrescante y optimista. 

A menudo, los que dirigen los servicios de la iglesia de la Ciencia Cristiana comienzan dando la bienvenida a la congregación a “este servicio sanador”. Esa noche, decidí aceptar de todo corazón y confiar en la naturaleza sanadora del servicio inspirado y establecido por Dios.

 Llegué a la iglesia todavía incapaz de pararme o sentarme cómodamente, pero fui recibida por amables ujieres, quienes sabía que estaban apoyando la atmósfera de curación a través de sus acciones y oraciones. Al entrar, declaré mentalmente: “Este es un servicio sanador, y me siento bendecida por estar aquí”. 

Confié en el poder de Dios para sanar de inmediato, no a la mañana siguiente ni en algún otro momento futuro. El segundo himno que cantamos se me quedó grabado. Era el Himno 278 del Himnario de la Ciencia Cristiana, que comienza con las palabras: “Peregrino en la tierra, cielo y hogar hallarás en ti mismo” (P.M., adapt. © CSBD, según versión en inglés).

Razonando a partir de la idea del cielo dentro de nosotros —dentro de la consciencia individual— recordé la definición del Reino de los Cielos en Ciencia y Salud. Comienza: “El reino de la armonía en la Ciencia divina” (pág. 590). Esto me ayudó a ver que estamos firmemente sostenidos en esta Ciencia —en las leyes de Dios— y que todas las verdades que había aprendido en la Ciencia Cristiana acerca de nuestra verdadera naturaleza como espiritual y completa eran realmente ciertas acerca de mí y de todos los demás asistentes esa noche. La ley de Dios siempre está obrando a nuestro favor. Cada cualidad de Dios —como la salud, la libertad, el equilibrio, la alegría, el amor, la quietud y la perfección— es armoniosa, poderosa y está incluida en nuestra verdadera identidad espiritual.

Al seguir orando de esta manera, dejé de enfocarme en la condición física y me centré en la certeza, la paz y la confianza. Las verdades espirituales que declaré y con las que razoné en el pensamiento se volvieron más reales para mí, y sentí la presencia y el poder de la Verdad divina, Dios. Sentí como si hubiera probado la oración pura ejemplificada por Cristo Jesús, “cuyas oraciones humildes”, dice la Sra. Eddy, “eran declaraciones profundas y concienzudas de la Verdad, de la semejanza del hombre con Dios y de la unidad del hombre con la Verdad y el Amor” (Ciencia y Salud, pág. 12). 

De repente, me sentí perfectamente bien; el dolor desapareció (y no ha regresado), y me senté cómodamente durante el resto de la reunión de testimonios. Me regocijé y le di gracias a Dios, mi corazón rebosaba de gratitud mientras cantábamos el último himno. Salí de la reunión con un mayor aprecio por el poder sanador de la Iglesia. 

Lindsey Pagett
Buena Vista, Colorado, EE.UU.

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