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Original Web

El bulto sanó

Del número de enero de 2025 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 11 de noviembre de 2024 como original para la Web.

Publicado originalmente en francés


“¿Quién eres tú para hablarme así? ¿Quién te da la autoridad para dictar mi estado de salud? Si no eres Dios, entonces no te escucharé. Me niego a creer tus mentiras, y sé que no tienes influencia ni poder sobre mí”.

Así es como oré con firmeza una mañana cuando encontré un bulto en mi cuerpo. Mi oración fue inspirada por el relato bíblico donde Poncio Pilato le dijo a Cristo Jesús, con toda la certeza de su poder y el orgullo de su rango: “¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte?” Y Jesús respondió: “Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba” (Juan 19:10, 11).

Acababa de leer esta historia esa mañana en la Lección Bíblica semanal del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, que es una fuente diaria de inspiración y fortaleza mental para mí. Me dejó más claro que nunca que el hombre —la imagen espiritual, activa y perfecta de Dios, la Verdad— no puede deteriorarse ni sufrir. Yo era entonces, y siempre soy, una idea divina.

En Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, Mary Baker Eddy escribe: “Mental y silenciosamente defiende el caso científicamente a favor de la Verdad. Puedes variar los argumentos para enfrentar los síntomas peculiares o generales del caso que trates, pero persuádete en tu propia mente de manera absoluta acerca de la verdad que piensas o dices, y serás el vencedor” (pág. 412).

Así que consideré los pensamientos que harían tambalear mi confianza en la Verdad, o en Dios, me convencerían de que el error podía ser real y me impedirían orar con la certeza del poder de Dios. Vi las afirmaciones erróneas de un bulto como los impotentes “pensamientos de Poncio Pilato”, a los que contrarresté con verdades espirituales. La conversación (mi oración) fue más o menos así:

Pensamiento de Pilato: “Aparezco en tu cuerpo para darte malas noticias”.

Yo: “Ningún extraño al Amor divino aparece en mi ser. Soy íntegro, puro y estoy protegido por Dios. El universo divino, que es el único universo, está sostenido por Dios, la Mente infinita, que solo conoce el bien. Tu supuesta presencia es una imposibilidad, y no se corresponde con la naturaleza espiritual de la existencia del hombre.

“La Biblia dice que 'el perfecto amor echa fuera el temor' (1 Juan 4:18). Dios, mi Padre-Madre, siempre me ha amado y me ama para siempre, y este amor es una armadura impenetrable”.

Pensamiento de Pilato: “Deberías preocuparte por este problema, no orar por él”.

Yo: “Lo único que puede crecer en mí es una mayor conciencia de la presencia de Dios y de la actividad ininterrumpida de Sus leyes armoniosas y divinas. Lo que se desarrolla en mí es la comprensión de que tengo dominio sobre mis pensamientos; la autoridad que Dios da en Génesis, donde le otorgó al hombre y a la mujer dominio sobre todas las cosas. Dios no condena a Su propia imagen a expresar una naturaleza que es diferente de la suya”.

Estas afirmaciones me aseguraron el poder y la presencia de Dios y me mantuvieron libre de temor.

Independientemente de lo que puedan afirmar los “pensamientos de Pilato” de hoy —todo lo que se oponga al poder divino— solo hay una autoridad sobre nosotros: la única y suprema autoridad de Dios, el bien. En la página 412 de Ciencia y Salud, la Sra. Eddy escribe: “El poder de la Ciencia Cristiana y del Amor divino es omnipotente. Es de veras adecuado para liberar de la sujeción de la enfermedad, del pecado y de la muerte y destruirlos”.

El hecho es que Dios, la Verdad, ni lucha ni niega el error porque, al ser perfecto, el único poder, y omnipresente, solo se conoce a Sí mismo y a Su creación. Cualquier cosa que difiera de Su naturaleza del todo buena no tiene validez ni realidad.

Además de adoptar esta postura del lado de la Verdad al orar, llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana para pedirle ayuda, y ella aceptó orar por mí.

Al final del día, tuve la convicción de que solo Dios gobierna y mantiene mi ser y que nada más tiene autoridad e influencia. Sentí claramente que en ningún momento había aparecido el error en mi verdadera vida espiritual.

El bulto desapareció en algún momento la semana siguiente, sin que yo supiera cuándo. 

Esta curación me ha animado a confiar en la autoridad que Dios nos ha dado para conocer y experimentar el bien en cada situación, pequeña o grande. “El Ego divino, o la individualidad divina, es reflejado en toda individualidad espiritual, desde lo infinitesimal hasta lo infinito”, explica Ciencia y Salud (pág. 336).

Estoy sincera e inmensamente agradecido por el sentido espiritual del mensaje bíblico de amor por la humanidad revelado en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud.

David Taillefer
Billère, Francia 

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