Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer
Original Web

Para jóvenes

Cuando no sané de inmediato

Del número de febrero de 2025 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 9 de abril de 2024 como original para la Web.


Un verano, noté que uno de mis dedos estaba muy rojo y me picaba. Después de unos días, la irritación se extendió al resto de mis dedos. Soy estudiante de la Ciencia Cristiana, así que era natural para mí orar por lo que estaba pasando. De mi estudio de la Biblia, sabía que Dios me hizo a Su imagen y semejanza. Puesto que Dios solo causa el bien, no hay manera de que yo exprese nada menos que la perfección. Eso incluye un cuerpo sano. Continué orando por un tiempo hasta que la irritación se detuvo, y me sentí agradecida por esta curación. 

No obstante, cuando llegó el verano siguiente, la irritación regresó. A medida que persistía, me sentía cada vez más desanimada y, francamente, muy decepcionada. Pensé que había orado con fervor, pero la situación no había mejorado. Me pregunté si tal vez el clima cálido estaba causando esta reacción. Traté de abordar esto en mis oraciones, pero no lograba liberarme del temor de que esto era algo con lo que iba a tener que lidiar todos los veranos. 

Una noche, me desperté porque el malestar era peor que nunca. Estaba exhausta y tenía miedo de cuánto tiempo tendría que luchar con este problema. Sabía que algo tenía que cambiar. Recurrí a Dios de todo corazón. Me vinieron a la mente varias ideas con las que había orado antes, así como algunas ideas nuevas como estas: “No soy un cuerpo material sujeto al dolor y la incomodidad, porque Dios, que es el Espíritu, me creó totalmente espiritual”. No importaba lo que mi cuerpo estuviera haciendo, sabía lo que era verdad: yo reflejo la perfección de Dios, así que puedo esperar que mi cuerpo  refleje esta verdad. Pronto sentí algo de alivio y pude volver a la cama y dormir profundamente. Al día siguiente, había mucha menos irritación. Pasaron unas semanas más antes de que el problema sanara por completo, pero una vez que desapareció, nunca regresó. Esta curación sucedió hace ya varios años.

Sé que puede parecer que aquella noche surtió efecto. Y definitivamente fue un punto decisivo. Pero realmente sentí que cada oración antes de eso había sido un paso hacia la curación. Cada declaración de la verdad, cada himno al que recurría, cada pensamiento inspirado y bueno, fue valioso. Cada paso me había dado las herramientas y la comprensión para el siguiente paso. 

Si has estado orando por algo durante mucho tiempo, y la mejoría no es evidente de inmediato, no te desanimes. Obtener una perspectiva más clara de ti mismo como hijo amado de Dios, un paso a la vez, asegura tu crecimiento.

En mi caso, el cuadro físico no había sido nada alentador. Pero sin darme cuenta, me había vuelto más segura y más preparada para tomar una posición más firme contra la pretensión de que mi cuerpo podía irritarse e inflamarse. Estaba de camino a la curación, aunque en ese momento no podía verlo.  

A lo largo de los años, he llegado a apreciar esta alentadora declaración de Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Ciencia Cristiana: “Cuanto más difícil parezca la circunstancia material a ser vencida por el Espíritu, tanto más fuerte debiera ser nuestra fe y tanto más puro nuestro amor” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 410). He descubierto que cuando nos enfrentamos a esta situación “más difícil”, nuestra fe en realidad ya se ha fortalecido y nuestro amor es más puro. Y dado que realmente es el Espíritu el que supera el problema —como señala este pasaje— lo que sea que enfrentemos está completamente dentro de nuestra capacidad para manejarlo porque somos reflejo del Espíritu.

Puede parecer que todo está tratando de convencernos de que la oración no es eficaz o toma demasiado tiempo o que no somos lo suficientemente buenos. Pero Dios realmente nos provee de todo lo que necesitamos para enfrentar cada obstáculo con confianza. Aprecio cómo este versículo de la Biblia ilustra esta idea: “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra” (2 Corintios 9:8). Podemos confiar en eso y esperar curación. 

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / febrero de 2025

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.