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Original Web

Supera la dificultad de respirar

Del número de febrero de 2025 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 2 de diciembre de 2024 como original para la Web.


Estoy agradecido más allá de las palabras por el crecimiento espiritual que se produjo como resultado de una curación. Hace unos años, comencé a notar que a veces me faltaba el aire. Inesperadamente, me quedaba sin aliento antes de terminar una frase, o tenía que tomar un respiro varias veces para terminar de cantar una canción. Estos problemas parecían insignificantes, así que los ignoré. Tengo un estilo de vida activo, juego al fútbol, hago senderismo y participo en otras actividades al aire libre, y ninguna de ellas se vio afectada por la dificultad para respirar.  

Más tarde, noté que después de las comidas comenzaba a toser y sufría períodos en los que me costaba mucho respirar. Esto agotaba mi energía y limitaba mi capacidad para participar en cualquier actividad extenuante. A menudo, el problema persistía durante toda la noche, y entonces recurría a la Biblia y a Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, escrito por Mary Baker Eddy, en busca de inspiración y alivio. Por lo general, por la mañana, después de una noche de oración y estudio, el problema desaparecía y yo volvía a estar bien. 

Pude seguir jugando en un equipo de fútbol y realizando actividades diarias normales. Sin embargo, persistía la tendencia a tener un funcionamiento normal mezclado con períodos aleatorios en los que me costaba respirar, por lo que me comuniqué con un practicista de la Ciencia Cristiana para que me diera un tratamiento metafísico que apoyara mis oraciones. Juntos oramos con este versículo de la Biblia: “El espíritu de Dios me hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida” (Job 33:4). También leí testimonios de curaciones en JSH-Online.com de personas que habían sido sanadas de problemas respiratorios al trabajar con este mismo versículo. Mis oraciones y las del practicista hicieron que me aliviara de la condición, por lo que estaba agradecido.  

Sin embargo, después de unos meses, la afección regresó, y los episodios aleatorios de dificultad para respirar y fatiga se volvieron más frecuentes y graves, y de mayor duración. Mientras continuaba orando y estudiando, descubrí que me ponía ansioso por comer. Si tenía planeado un evento activo, programaba mis comidas y limitaba las porciones que ingería para reducir el riesgo de contraer la enfermedad antes o durante el evento. Me las arreglé para salir del paso de esta manera, pero finalmente, después de una noche particularmente difícil esforzándome por respirar, volví a comunicarme con un practicista para que me ayudara.

El practicista señaló el pasaje del relato de la creación en el Génesis que dice: “El espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas” (Génesis 1:2). La palabra hebrea para espíritu aquí incluye el significado de viento o aliento (biblestudytools.com), y esta  perspectiva comenzó a expandir mi concepto de respiración, ya que veía a Dios o el Espíritu como su fuente.

También hablamos acerca del concepto de capacidad, ya que mi capacidad pulmonar a veces se volvía muy limitada. Ciencia y Salud dice: “Las capacidades humanas son ampliadas y perfeccionadas en la proporción en que la humanidad gana la concepción verdadera del hombre y de Dios” (pág. 258). Esto me ayudó a ver que las capacidades humanas no están moldeadas de ninguna manera por nuestras percepciones mortales y materiales; más bien, son reflejos de las capacidades infinitas del Espíritu o Mente divinos.

Otro pensamiento útil fue este de Escritos Misceláneos 1883-1896: “Según la Ciencia Cristiana, la perfección es normal —no milagrosa” (Mary Baker Eddy, pág. 104). Nunca había considerado la perfección como algo normal, pero empecé a ver que incluso algo como comer armoniosamente una comida normal era una expresión de mi perfección y no podía causarme ningún daño. 

También oré con el mandamiento de Cristo Jesús: “No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?” (Mateo 6:25).  Por medio de esta autorizada directiva bíblica, pude declarar que estaba libre del temor de que una condición material pudiera anular la ley divina, y esta luz de la verdad comenzó a disipar la oscuridad de la ansiedad.

En este momento, también comencé una lectura lenta y completa de Ciencia y Salud. Busqué definiciones de palabras y consideré cómo los conceptos espirituales son prácticos para la vida cotidiana.

El progreso de la curación llegó temprano una mañana, cuando las verdades que había estado estudiando surgieron como una planta que extiende sus brotes verdes. Después de una noche en la que orando luché con la enfermedad respiratoria, la revelación de que el aliento y la respiración son puramente espirituales inundó repentinamente mi consciencia, y supe que era verdad. Esta no era solo la definición de otra persona; más bien, yo era su dueño. Era el entendimiento de la verdad de Dios, que se produjo al obtener una comprensión más clara de la existencia espiritual.

Me di cuenta de que la respiración es espiritual, correcta y normal porque es inseparable de Dios. El aliento no es contaminado por la enfermedad, no es limitado por la edad o las condiciones materiales, y libremente fluye, inspira y expresa la palabra de Dios eternamente.

A medida que estas ideas inundaban mi pensamiento, sentía energía y libertad.  Salté de la cama y al poco rato estaba afuera rastrillando hojas en el patio. Mientras trabajaba, más pensamientos angelicales de Dios se sumaron a mi definición en expansión sobre la respiración, y me apresuré a regresar a la casa para escribirlos. 

Al final del día, todas las hojas estaban rastrilladas, y a partir de ese instante he podido comer sin ansiedad, esquiar, jugar al fútbol y cantar en la iglesia con libertad. Sobre todo, lleno de gozo expreso gratitud cada día por las riquezas espirituales que Dios nos da, como lo demostró Cristo Jesús y lo puso en práctica mediante la Ciencia Cristiana.

William Dunnell
Seattle, Washington, EE.UU.

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