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Original Web

La garza y yo estamos en la omnipresencia de Dios

Del número de marzo de 2025 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 28 de octubre de 2024 como original para la Web.

Original en español


Disfruto mucho ir a caminar a diversos parques en la comunidad donde vivo. Mi preferido es uno en donde encuentro con regularidad una garza blanca, a quien nombré “Pequeña blanca”. Siempre la he visto sola; no hay otras garzas alrededor. Yo también estoy ahí sola. Me siento en el césped verde a observarla, y oro.

Vuela en busca de alimento, extendiendo sus blancas y brillantes alas. Camina, picotea el prado. Con gracia chapotea y se remoja en el lago. Pero he observado que pasa la mayor parte de su tiempo deteniéndose y haciendo largas pausas en sus rocas preferidas, sosteniéndose solo en una pata con su bello plumaje enroscado como arropándose a sí misma.

Se mantiene quieta. Así es como me siento yo al orar mientras observo el mundo y escucho. Dos citas de la Biblia que me vienen a la mente son: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios” (Salmos 46.10) y “Escucha esto, … detente, y considera las maravillas de Dios” (Job 37:14).

Noto que la figura de la garza brilla en la superficie del agua, lo que me hace considerar el significado de reflejo. Toda su belleza, todos sus atributos, están intactos en el reflejo, tal como el parque y su majestuosidad están reflejados en el lago. Me recuerda que toda la creación, incluida yo, es el reflejo del Principio divino, Dios. Las dos primeras estrofas del Himno 482 del Christian Science Hymnal: Hymns 430–603 cantan acerca de esto:

“Dios nos creó a Su propia imagen,
todo el universo es Su creación también;
Él nos creó como Su reflejo,
llenándonos de sabiduría, audaz y verdadera.

La vida está hecha para vivirla en plenitud,
el Espíritu nos hizo sabiendo quienes somos en verdad,
sabiendo cómo ver la realidad,
puros, inocentes y libres,
hechos a semejanza de nuestro Dios”.
(Graça de Maria Amorim dos Santos, © CSBD)

En una ocasión, cuando luchaba con pensamientos de aislamiento y confusión, esta cita acerca de Dios me ayudó mucho: “En Él vivimos, y nos movemos, y tenemos nuestro ser” (Hechos 17:28, Versión Moderna). Me vino en esos momentos de oración con la garza y me sanó de soledad. Este mensaje espiritual de Dios profundizo mi comprensión de varias ideas que Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Ciencia Cristiana, comparte en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras. Esta es una de mis preferidas: “La sustancia, la Vida, la inteligencia, la Verdad y el Amor, que constituyen la Deidad, son reflejados por Su creación; y cuando subordinemos el falso testimonio de los sentidos corporales a las realidades de la Ciencia, veremos esta semejanza y reflejo verdaderos en todas partes” (pág. 516).

La garza no se sabe en la Omnipresencia de Dios, yo sí, pues esa conciencia me ha sido dada. Estar consciente de eso y saberme ahí, es el más grandioso de los privilegios. Tanto “Pequeña blanca” como yo existimos en el Amor; en una atmósfera que es toda bella, toda armoniosa, toda abundante. Mi amiga la garza está llena del bien de Dios y yo también.

Cuando oro, agradezco mucho estos momentos. La belleza de la garza no solo enriquece mis caminatas diarias, sino que también me señala la belleza más grande, la omnipresencia y el amor de Dios.

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