¿Qué pasaría si el punto de vista que el mundo tiene de ti como un ser humano físico y material no fuera la única forma de verte a ti mismo? ¿Y si también existiera el punto de vista de Dios sobre ti? ¿Y qué pasaría si ese fuera el único punto de vista que importa, el único exacto ?
Cada uno de nosotros es la creación de Dios, el Espíritu. En realidad, existimos como evidencia del amor, la perfección y la bondad de Dios. Y nada malo o carente de amor reside en el Espíritu; por lo que Dios no puede infundir tal cosa en lo que Él crea, y no lo hace. Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, escrito por la Fundadora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy, explica: “El hombre como vástago de Dios, como la idea del Espíritu, es la evidencia inmortal de que el Espíritu es armonioso y el hombre es eterno” (pág. 29).
Mientras que el pensamiento mundano puede por ignorancia describir a todos como imperfectos, incompletos, agraviados, etc., el Dios que es Espíritu —que también es la Mente infinita y el Amor divino— mantiene un concepto claro y preciso de nosotros como Su perfecta semejanza o imagen espiritual. Como dice un himno muy querido:
Pues Dios, Principio inmortal,
omnipresente es;
mantiene nuestra perfección
a imagen del Amor.
(Himnario de la Ciencia Cristiana, N° 144, adapt. © CSBD)
Como imagen del Espíritu, cada uno de nosotros tiene una identidad impecable. La ignorancia general no puede alterar lo que Dios ha hecho, ni siquiera tocarlo. No hay una versión mortal del Dios inmortal, y es por eso que realmente no hay una versión mortal de ti o de mí, la imagen inmortal de Dios.
Reconocer esto es una oración poderosa. ¡Qué gozo es dejar atrás la visión del mundo que describe a la descendencia de Dios como criaturas materiales imperfectas y limitadas!
Una visión del mundo —ya sea hablando en términos generales o individuo por individuo— por lo general incluye la expectativa de experimentar males, en forma de enfermedad, envejecimiento, carencia, credulidad y más. ¡Los puntos de vista moldeados por la dependencia en los sentidos físicos predicen tanta tristeza y conflicto! Muchas personas están condicionadas a esperar horrores, y expresan estas expectativas a cada paso. Ya sea que escuchemos estas expectativas expresadas en voz alta o susurradas en el pensamiento, es posible que inadvertidamente comencemos a esperar los mismos horrores, sin siquiera darnos cuenta.
A fin de enfrentar y vencer las repetidas predicciones de que el pecado, la enfermedad y la muerte son inevitables, debemos recurrir decididamente al punto de vista y a la autoridad suprema de Dios. “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios”, dice la Biblia (Romanos 8:16). Alinear nuestros pensamientos con el Espíritu único revela la armonía presente de nuestra existencia como linaje espiritual de Dios.
En realidad, Dios es la única presencia. Esto significa que no necesitamos unirnos al Espíritu divino para eliminar las malas predicciones y sus aparentes efectos. Reconocer la omnipresencia de Dios, extermina para nosotros la creencia de que algo además de Dios actúa. Nuestros propios pensamientos determinan nuestras experiencias, y si decidimos creer que los pensamientos de otra persona nos afectan, en realidad es nuestra propia decisión, no la de ellos. Es decir, hemos decidido aceptar que puede existir algo que actúe en contra de la perfección y la armonía que Dios expresa en ti y para ti. “¿Qué imaginas contra el Señor?”, pregunta la Biblia (Nahúm 1:9, KJV).
No necesitamos hacer eso, y no deberíamos. No ignoramos los puntos de vista erróneos y nocivos del mundo sobre lo que es en realidad la creación espiritual de Dios. Tampoco nos molestan esas opiniones. Las rechazamos con calma y completamente en una oración sincera que nos hace tomar conciencia de que estamos sostenidos con seguridad en nuestra unidad con la Mente y el Amor divinos. ¿Creemos que el mundo es una masa de pequeñas mentes mortales que, como los duendes de Halloween, causan males? Si lo hacemos, entonces la oración puede acercarnos al maravilloso hecho de que Dios es Todo. Un fuerte tiene muros para mantener alejadas las amenazas. Tenemos la omnipresencia de Dios, y no se necesitan muros físicos. E incluso si construyéramos muros, la omnipresencia de Dios significa que solo Él estaría a ambos lados de cada muro.
Desplazar mediante la oración los pensamientos que no están de acuerdo con los hechos espirituales y hacer espacio para los pensamientos de Dios es tomar el camino elevado hacia la libertad, la curación y la transformación. Un pensamiento erróneo no puede causar el mal. No puede causar nada. Solo nos engaña, y únicamente si lo creemos. Los problemas nos parecen reales cuando pensamos erróneamente que algo malo está presente y actuando, aunque tal cosa jamás podría suceder en la creación de Dios, donde realmente moramos. Dentro de la conciencia humana, las ideas espirituales de la Mente revelan que la salud, la justicia, la capacidad y la bondad están plena y permanentemente presentes. “La conciencia verdadera es la salud verdadera”, explica la Sra. Eddy (Escritos Misceláneos, 1883-1896, pág. 298).
Entonces, en el análisis final, ¿qué punto de vista se aplica realmente a nosotros? El único punto de vista que es genuino y digno es el punto de vista de Dios. Podemos identificar el punto de vista y los pensamientos de Dios por lo que nos comunican y por cómo nos hacen sentir. Los pensamientos divinos comunican nuestra unidad y la de todos con Dios, el bien. Nos ayudan a comprender que no hay ni una pizca de separación entre Dios y Su hijo. La forma en que nos sentimos al recibir los pensamientos de Dios es amados. El Amor divino es la sustancia de toda la realidad, incluyendo el pensamiento genuino y sanador.
Abrirnos aún más a la inteligencia y al amor de Dios es caminar con firmeza tras los pasos de Jesús. Jesús se basó exclusivamente en los pensamientos y la visión de Dios para sanar, alimentar y restaurar. ¿Esperaríamos tú o yo orar y sanar de manera diferente? La Ciencia Cristiana da instrucciones importantes sobre cómo recurrir a la ayuda de Dios. Humilde y receptivamente, te abres a la influencia amorosa de Dios. “Luego te inclinas con mansedumbre ante el Cristo, la idea espiritual que diera nuestro gran Maestro del poder de Dios para sanar y salvar” (Escritos Misceláneos, pág. 17).
Inclinarse ante la idea o visión espiritual que Dios te presenta significa que la abrazas plenamente, y excluyes todo lo demás. Inclinarse sinceramente ante el Cristo, la Verdad, muestra tu disposición a permitir que los pensamientos y predicciones llenos de temor sean desplazados por el punto de vista y los pensamientos de Dios. Sentirás un gran poder sanador mientras lo haces. Jesús lo experimentó y declaró: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra” (Mateo 28:18).
Anímate, porque no eres tú mismo quien mantiene tu verdadera identidad; es la autoridad incuestionable de Dios la que te preserva de manera eficaz y segura como perfecto, eterno e indiscutible.
Puedes ceder tu perspectiva total y completamente a la realidad que Dios, la Verdad divina, revela en la oración. Realmente es el único punto de vista que importa. Cuando se acepta el punto de vista divino sin reservas, el poder de la Verdad reemplaza los puntos de vista falsos, ignorantes y mundanos con los hechos brillantes y restauradores del Espíritu presente y perfecto, incluyéndote a ti como su amada descendencia espiritual.