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Original en español
Cuando cocino varios platos, reflejo el amor de Dios al expresar cualidades como alegría y disciplina, que evocan sentimientos de gratitud y satisfacción en mí y en las personas para las que cocino.
Una luz espiritual inundó mi pensamiento, y el dolor cesó instantáneamente. Yo era uno con Dios, perfecto y espiritual, y lo sabía.
Ahora podía sentir el Amor divino liberándome del temor y la presión mientras me esforzaba por caminar en la senda de Dios con mi corazón más suave y mi carácter subyugado.
El bebé de la curación cristiana y mi función como sanadora —escuchar el mensaje del Cristo, estar con otros en oración y ser testigo de la perfección y plenitud que Dios les había dado— no podían ser arrebatados de mis brazos.
Publicado originalmente en The Christian Science Monitor’s Christian Science Perspective column, April 29, 2024.
Cada día ofrece numerosas oportunidades para dar los pasos, ya sean pequeños o grandes, del lado de la humanidad; para mostrar mayor tolerancia, comprensión y amor en nuestras interacciones con los demás.
En ese momento abracé la idea de que soy verdaderamente espiritual y que la perfección nunca flaquea.
Estaba tan absorta en recordar y escribir décadas de curaciones que revelaban mi verdadera naturaleza otorgada por Dios, que, para cuando dejé de trabajar por la noche, los preocupantes síntomas habían desaparecido por completo.
No importaba cuán abrumadora pareciera mi tristeza, realmente no tenía ningún poder para impedirme experimentar el consuelo y la curación que provienen del Cristo.
Original en español
Los rayos del sol se filtraban a través del follaje, y parecía que las ardillas trepaban hacia la luz. Si me movía en cierta dirección, el sol resplandeciente iluminaba mi rostro. Era como si Dios mismo me estuviera hablando.
La estaba pasando muy bien en la montaña, hasta que un montón de nieve en polvo atrapó uno de mis esquís, haciéndome girar fuera de control. Traté de reducir la velocidad, pero en lugar de eso, fui cada vez más rápido.