La abuela y el abuelo tenían una linda perrita llamada Susie. A todos les gustaba jugar con ella y acariciarla.
Una calurosa y soleada tarde de domingo, mi familia (padres, abuelos, primos, tías y tíos) estaban de visita y jugando en el patio trasero. De repente nos dimos cuenta de que no sabíamos dónde estaba Susie. Miramos por todo el patio y la llamamos por su nombre. Incluso preguntamos a los vecinos si la habían visto. Pero no pudimos encontrarla por ningún lado.
Después de haber buscado durante unos veinte minutos, uno de los niños miró debajo del porche. Oímos un grito de alegría: “¡Encontré a Susie!”.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!