Penelope Fitzgerald, escritora británica del siglo XX, dijo una vez: “Es interesante notar que todos tenemos una visión diferente del mundo, una opinión diferente, y cuando nos dan las mismas informaciones, tenemos como resultado opiniones completamente diferentes”.
Es realmente interesante; ¡y también puede ser frustrante! Hay mucho que ganar de una diversidad de perspectivas, pero a veces puede parecer difícil ir más allá de las posiciones arraigadas y buscar puntos en común. En ocasiones incluso puede parecer que simplemente no hay un terreno en común, no hay una base para tener un camino a seguir que conduzca al progreso y a las soluciones.
Pero ¿qué pasa si profundizamos, y vamos más allá de una visión superficial de las cosas a una perspectiva espiritual sobre cómo nos relacionamos unos con otros? Desde este punto de vista, todos tenemos algo en común: Somos hijos de Dios, los hijos e hijas de nuestro Progenitor divino que compartimos.
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