Relatos de curación
Fue muy reconfortante saber que el hombre —es decir, todos— es, y siempre será, tributario de Dios, y que la Mente siempre gobierna el universo armoniosamente.
Sentirme en paz en el gobierno de Dios era parte de la curación que se estaba produciendo en mi pensamiento.
Comprendí que ni esta persona ni yo podíamos ser utilizados como un medio para la sugestión de que somos cualquier cosa menos el reflejo de Dios, el bien, y podríamos ser una víctima o un victimario.
Como había aprendido de mi estudio de la Ciencia Cristiana, Dios es lo que me gobierna a mí y mis actividades. Además, debido a que Dios es Amor y no hay dolor en el Amor, yo no podía estar sufriendo.
Oré para comprender que, si como nos dice la Biblia, Dios, el Amor divino, llena todo el espacio, entonces, ¿dónde hay espacio para la tristeza y la soledad? La respuesta: en ninguna parte.
Finalmente, esta diligente oración me ayudó a comprender profundamente que su verdadera identidad estaba completamente libre de cualquier registro de lo ocurrido.
Todos los días buscaba maneras de expresar más paciencia, amabilidad y alegría. A su vez, los clientes respondían con mucho aprecio.
Al igual que el hombre cojo cuyos huesos del tobillo recibieron fuerza, ¡quería saltar y alabar a Dios! Mi Padre-Madre Dios me había mostrado que nunca podía separarme de Su amor.
Sigo orando, sigo recibiendo pensamientos angelicales, sigo aprendiendo y avanzando.
Mientras pasaba por el proceso de afiliarme a la iglesia en las semanas que siguieron a la llamada telefónica, ocasionalmente sentía punzadas de dolor cuando me movía de ciertas maneras; sin embargo, cada vez pude declarar mentalmente que había lidiado con el tema y que este no tenía autoridad para regresar, porque Dios no lo permitía.