
Relatos de curación
No obstante, cuando llegué a casa esa noche, comencé a tener síntomas agresivos de indigestión. De inmediato me volví a Dios.
A medida que mi comprensión espiritual continuó creciendo, las dificultades respiratorias se hicieron cada vez menos frecuentes con el tiempo, hasta que desaparecieron por completo.
Me di cuenta de que mis oraciones diarias tienen el propósito de que comprenda cada día más claramente que la vida está en Dios.
Me volví a Dios para saber qué hacer. Quería confiar en Dios para sanar como siempre lo hemos hecho en nuestra familia, porque hemos experimentado maravillosas curaciones.
Así como el árbol con hojas verdes y raíces sanas que se extienden junto al río, yo también era erguida, saludable, sustancial y buena.
Verdaderamente, el Señor es nuestra confianza: la tuya, la mía, la de todos.
La curación del dolor de espalda me inspiró a orar por las personas en la zona del terremoto, sabiendo que son hijos amados de Dios, tal como yo.
Me quedó claro que lo más importante en mi vida era mi relación con Dios, y que necesitaba poner eso en primer lugar.
Afirmando silenciosamente que mi naturaleza es espiritual, no material, rechacé este testimonio de los sentidos físicos porque era falso.
Afirmé que no estaba a merced del tiempo y del número de veces que la tierra había girado alrededor del sol.