Cuando mi amada madre, Kelly, falleció repentinamente, me sentí desconsolada. Durante el tiempo en que estuve cuidándola, esperaba que siguiera con nosotros por muchos años más. No podía imaginar estar sin ella.
Comencé a orar y me di cuenta de que había estado aceptando la visión material y limitada de que su vida estaba en un cuerpo. Sin embargo, como estudiante de la Ciencia Cristiana, sabía que este punto de vista no era la realidad de mi madre como el reflejo del Espíritu, Dios. Estas preguntas me vinieron a la mente: “¿Voy a ver a mi mamá como material, con un comienzo al nacer y un final al morir, y separada de Dios? ¿O elijo verla como espiritual e inmortal, sin principio ni fin, con su vida segura y a salvo en Dios?”. Mientras luchaba con el dolor, comencé a apartarme de la falsa creencia de que la vida está en la materia y a reclamar lo que es verdad: que mi madre está hecha a imagen y semejanza de Dios y que continúa para siempre, alegre y completa bajo Su cuidado amoroso.
Meses después, me despertó en medio de la noche un pensamiento muy claro: “Es el desierto, Kristin”. Inmediatamente abrí Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras para leer la definición de desierto en su Glosario: “Soledad; duda; tinieblas. Espontaneidad de pensamiento e idea; el vestíbulo en que el sentido material de las cosas desaparece, y el sentido espiritual revela las grandes realidades de la existencia” (Mary Baker Eddy, pág. 597).
Estudié esta definición para profundizar mi comprensión de este mensaje de Dios. Me había estado sintiendo sola. Mi mamá y yo éramos muy unidas; Echaba de menos su amistad y su guía espiritual, ya que había sido una ferviente estudiante de la Ciencia Cristiana. Estaba ansiosa por comprender el uso de la palabra vestíbulo en la definición.
Uno de los significados de vestíbulo es “un pasaje … entre la puerta exterior y el interior de un edificio” (merriam-webster.com). Pensé que la puerta exterior representaba un sentido limitado y material de la existencia y que el interior representaba la realidad de nuestra verdadera identidad espiritual en el Reino de los Cielos: “El reino de la armonía en la Ciencia divina; … la atmósfera del Espíritu, donde el Alma es suprema” (Ciencia y Salud, pág. 590). El interior representa la verdad de nuestro eterno caminar con Dios y de nuestra relación con Él. Esto me ayudó a comprender que mi mamá jamás había dejado la Vida.
Al darme cuenta de esto, sentí como si mi comprensión atravesara la puerta exterior hacia el interior. El sentido material de la situación desapareció, y el sentido espiritual reveló “las grandes realidades de la existencia”. Me gusta la forma en que Ciencia y Salud explica la verdadera existencia, o la Vida divina: “La Vida ni está en la materia ni es de ella. … La vida es la Mente divina. La Vida no es limitada. La muerte y lo finito son desconocidos para la Vida” (pág. 469).
Estudiar el concepto de desierto, tal como se entiende en la Ciencia Cristiana, me ha traído mucho consuelo cuando pienso en mi mamá. En lugar de aceptar un sentido limitado de la vida, ahora soy consciente de la verdadera identidad de mi madre como una expresión de Dios, que refleja para siempre los dulces atributos de Dios como Amor infinito. He encontrado mi paz en la verdad sanadora de la Ciencia Cristiana.
Kristin Wilkinson
Bainbridge Island, Washington, EE.UU.