
Relatos de curación
Cuando tenía alrededor de veinte años, quería conocer más acerca de Dios. Mi padre no podía contestar todas mis preguntas, pero hizo arreglos para que un profesor de religión me instruyera.
Comparto este testimonio con la esperanza de que el mismo pueda ofrecer algún consuelo y curación a otro que esté luchando como lo hice yo. Similares testimonios y artículos de las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana Christian Science (crischan sáiens) me han dado valor en tiempos de necesidad.
Hace algunos años me mudé a una ciudad del sudoeste de los Estados Unidos. Cuando llegué me sentía dolorida, enferma y muy asustada.
Lo que me atrajo al principio a la Ciencia Cristiana fue una curación que tuvo mi padre. Durante la depresión en la década de 1930, el negocio que mi hermano y yo administrábamos estaba con problemas financieros y nos dijeron que la Ciencia Cristiana podría ayudarnos.
Estoy muy agradecido porque mis padres me inscribieran en una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana cuando era niño. Este fundamento sobre la Verdad es lo más importante que podían haberme dado.
En una época en que había logrado alguna comprensión de la Ciencia Cristiana, pasé un año en el Polo Norte con mi esposo. El estaba llevando a cabo estudios del hielo e inspeccionando glaciares.
Deseo expresar mi profunda gratitud por la Ciencia Cristiana Christian Science (crischan sáiens) , y por cómo ha bendecido a mi familia y a mí con amor, progreso y salud. Conocí la Ciencia cuando era adolescente, mientras vivía en mi país natal, Cuba, y estoy agradecida por las profundas raíces espirituales establecidas cuando asistía a mi primera iglesia filial.
Cuando era estudiante del último año de la escuela secundaria, mi mejor amiga me dio a conocer la Ciencia Cristiana. Nos enfrascábamos en interminables discusiones porque yo tenía muchas preguntas que hacerle.
Hace algunos años, aunque había sido una estudiante de la Ciencia Cristiana, me vi involucrada en una relación inmoral con un hombre con el que trabajaba (yo me había divorciado hacía poco, y él era casado). Yo estaba completamente obsesionada pensando en él.
¡Vaya y lea el Salmo noventa y uno! Eso fue lo que me dijo el practicista de la Ciencia Cristiana. Mis padres se habían divorciado; yo no conocía a mi padre.