
Relatos de curación
Durante mi larga carrera de negocios, tuve media docena de empleos. Mientras que dos de ellos fueron por períodos de diecisiete y veintitrés años respectivamente, la terminación de estos empleos nunca fueron mi decisión propia, sino de la gerencia.
Hace muchos años conocí la Ciencia Cristiana a través de la familia de mi esposo. Al principio no estuve muy interesada en estas enseñanzas.
Cuando era joven tuve una dificultad en la espalda que me producía dolores muy agudos. Tenía dificultad para hacer las actividades más comunes: estar de pie, sentarme y, especialmente, caminar.
Cuando en retrospección miro mi vida, me regocijo en los grandes cambios que ha habido en mí desde que conocí la Ciencia Cristiana Christian Science (crischan sáiens) hace seis años. Con tal regocijo, también siento mucha gratitud al creador divino por su infinita misericordia, y por haberme guiado a estas enseñanzas.
Antes de conocer la Ciencia Cristiana llegué a sentirme cada vez más perpleja y confusa en mi búsqueda de la verdad. A veces pasaba horas tratando de comprender el significado y la naturaleza de la vida, pero no podía llegar a ninguna conclusión satisfactoria.
Las palabras del Salmista: “Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios”, con frecuencia han movido a mi corazón a sentir gratitud, y ahora me impulsan a dar este tardío testimonio por las bendiciones que recibí de la Ciencia Cristiana durante mi propia educación y la crianza de mis hijos. Recuerdo vivamente una temprana curación que tuve por medio de la Ciencia Cristiana.
Un viernes por la tarde, la mayoría de los niños en nuestro conjunto de departamentos estaba jugando en la calle. Mi hija estaba montando en bicicleta, y uno de los chicos la tiró al suelo.
Los labios callan y el corazón habla cuando recuerdo las bendiciones que he recibido mediante el estudio de la Ciencia Cristiana Christian Science (crischan sáiens) . “Si [las] enumero, se multiplican más que la arena” (Salmos).
Cuando conocí la Ciencia Cristiana, estaba sola, apartada y pobremente educada. Los privilegios, oportunidades, amor y alegría que parecían venir tan naturalmente a otros me habían esquivado completamente desde mi temprana niñez.
Oí hablar de la Ciencia Cristiana hace muchos años. En ese tiempo asistí pocas veces a una iglesia filial y obtuve un ejemplar de Ciencia y Salud por la Sra.