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En La Ciencia Cristiana aprendí...

Del número de septiembre de 1991 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En La Ciencia Cristiana aprendí que somos hijos de Dios. Expresamos todo lo que es Dios. Dios es el bien, por lo tanto, si hay algo que parece hacerme sentir mal, yo sé que no puede ser verdad porque Dios no lo creó. Entonces oro para saber qué es verdad.

En una ocasión comencé a sentirme enfermo. Me dolía el estómago y tenía fiebre. La gente donde yo vivo tenía estos síntomas. Los médicos les habían dicho que tenían una enfermedad causada por un virus.

Oré el Padre Nuestro (Mateo) con mi mamá, y hablamos sobre su significado. Comprendí que Dios es nuestro verdadero Padre-Madre. El es la causa o fuente de mi vida; por lo tanto, yo soy en realidad espiritual y debo expresar salud, alegría y fortaleza que vienen de Dios. Dado que Dios, el Amor, nos está cuidando y sosteniendo, El sólo permite que sintamos Su paz y bondad.

Me sentí más tranquilo. Ya no tenía miedo, y bajó la fiebre. Entonces mamá y yo hablamos acerca del Primer y Segundo Mandamiento (Exodo). Ellos nos enseñan acerca de la única ley que nos gobierna. Me di cuenta de que no tengo una mente material separada de Dios. Y los demás tampoco la tienen. Dios es nuestra única Mente, de la cual sólo pueden venir pensamientos puros y buenos. Comprendí que el sentirse bien no depende de otras mentes, sino únicamente de Dios.

También comprendí que Dios no ha creado nada malo que nos pueda hacer daño, como un virus. Esto significó que yo no tenía que creer en algo malo como si fuera un poder inteligente aparte de Dios, dado que Dios es Todo-en-todo. Y El es ¡omnipotente!

Todos los síntomas desaparecieron. Me sentí feliz, y cantamos un himno que se canta en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana (Himnario de la Ciencia Cristiana):

Es Todo-en-todo Dios,
temor no sentiréis;
mirad caer el mal,
sabed que aquí El está.


Con alegría verifico el testimonio de Nicolás. El tenía nueve años cuando ocurrió esta curación, y la dificultad no ha vuelto.

Estoy profundamente agradecida por la Ciencia Cristiana, que nos ha enseñado la naturaleza de Dios y la relación espiritual del hombre con El. La Ciencia Cristiana brinda un fundamento firme y es una guía segura y práctica en mi hogar y en la educación y desarrollo espirituales de mi hijo.

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