Relatos de curación
Hace algunos veranos, en una calurosa y muy húmeda tarde de julio, regresé a casa del trabajo y de comprar comestibles. Después de cambiarme rápidamente a unas vestimentas más frescas y cómodas, llevé los comestibles congelados a la planta baja, a nuestro congelador grande que está en el garaje.
La oración puede ayudar a aquellos que se sienten desesperados; estoy completamente convencida de esto, porque me sucedió a mí. Me encontraba en un momento en el que tenía que enfrentar decisiones críticas.
El estudio de Ciencia Cristiana me ha traído muchos años de felicidad, salud y satisfacción. Hace años, cuando mis amistades vieron que yo tenía una gran necesidad de mejorar mi salud, persistieron en invitarnos a mi esposo y a mí para que fuéramos a conferencias y cultos de la Ciencia Cristiana con ellos.
Estoy muy agradecido por la Ciencia Cristiana, y porque me ha traído una mayor comprensión espiritual acerca de Dios. Por medio de esta comprensión, logré unas de las curaciones más importantes desde que comencé el estudio de la Ciencia Cristiana.
Como Científica Cristiana de toda la vida, puedo dar testimonio de haber recibido abundante evidencia de la totalidad de Dios. Estas pruebas de Su omnipotencia me han traído un hermoso sentido de libertad.
Siempre me había preguntado qué haría yo, como Científica Cristiana, si tuviera que enfrentarme a una enfermedad grave y dolorosa. ¿Tendría el valor de apoyarme totalmente en la Verdad, o escogería la medicina material para mitigar las molestias? Una noche, hace varios años, desperté con un fuertísimo dolor de cabeza.
Quiero expresar especial gratitud por la estipulación hecha por nuestra Guía, la Sra. Eddy, para establecer las Salas de Lectura de la Ciencia Cristiana.
En cierta ocasión, mientras jugaba en la escuela, accidentalmente me golpearon en la cabeza dos veces. Ese día, cuando regresé a casa, no me sentía nada de bien.
Durante toda mi carrera como oficial del Ejército, padecí de dolor en la parte inferior de la espalda. Sufría más o menos varios días cada mes, y, a menudo, pasaba un fin de semana en cama para descansar la espalda.
Hace treinta años un compañero de trabajo me dio un ejemplar del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, con el siguiente comentario: “Léelo, analízalo y júzgalo”.