Esta es la forma en que hago pública mi gratitud para dar a conocer, en parte y algo tarde, lo que la Ciencia Cristiana ha hecho por mí. Agradezco a Dios que mis padres conocieron la Ciencia Cristiana, y tenían cierto conocimiento de ella antes que yo naciera. Me han dicho que cuando era niña, no podía retener el alimento. Al cabo de seis semanas pesaba menos que al nacer. Una prima de mi madre sugirió que se pidiera ayuda a una practicista de la Ciencia Cristiana. Mi madre se comunicó con una practicista, quien oró por mí. Como resultado, a los diez días, había sanado completamente.
A través de los años, he tenido tantas curaciones mediante la confianza total en Dios que encuentro difícil saber por dónde empezar este testimonio. Quiero expresar mi gratitud por lo que, para mí, fue una curación importante que ocurrió hace unos diez años. Espero que pueda ayudar a otros a confiar firmemente en Dios en momentos de prueba.
Llegó un momento en que, de repente, dejé de tener evacuaciones intestinales. Después de orar por mí misma, según se enseña en la Ciencia Cristiana, y al no haber tenido un éxito evidente, decidí llamar a una practicista de la Ciencia Cristiana para que me ayudara. Temía que si no me sanaba iba a morir. Esta querida practicista oró por mí diariamente, y cada día aportó a esta experiencia renovación e inspiración.
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