
Relatos de curación
Hace unos pocos años fui a Florida de vacaciones, y allí me saturé de su cálido sol. Me encanta nadar, y todas las mañanas temprano me zambullía en la piscina cuando no había nadie, para poder disfrutar de la piscina yo sola.
Me crié en una iglesia protestante de otra denominación religiosa. Aunque sentía un profundo amor por Dios, tenía poco entendimiento de cómo El podía ayudarme en mi vida.
Hace cincuenta años, cuando tuve que comparecer ante la junta examinadora, quedé exento del servicio militar debido a un problema del corazón. Esto me sobresaltó, puesto que siempre había participado activamente en los deportes.
He estudiado la Ciencia Cristiana Christian Science (crischan sáiens) y confiado en ella para mi curación desde que tenía veinte años de edad. Sin embargo, durante mi niñez y mi adolescencia, tuve dos dificultades físicas que fueron atendidas médicamente y declaradas incurables: tiña y sinusitis.
Deseo aprovechar esta oportunidad para expresar, de todo corazón, mi gratitud por la Ciencia Cristiana. Cuando trabajaba como portero, me salió en la planta de un pie una protuberancia bastante dolorosa.
Una de nuestras lecciones que se encuentran en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, se titula: “Dios, preservador del hombre”. El estudio de esta lección me ha impulsado a dar este testimonio, puesto que he recibido pruebas de que Dios verdaderamente preserva al hombre.
Estoy muy agradecida por haber sido criada en un hogar donde se practicaba la Ciencia Cristiana, porque esta Ciencia siempre ha sido para mí una manera de vivir. Durante mi niñez y adolescencia tuve muchas ocasiones de usar esta Ciencia.
Concurrí a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana Christian Science (crischan sáiens) desde mi temprana niñez. Después de terminar a la edad de veinte años, al principio mi propio estudio me parecía ineficaz.
Después del nacimiento de mi segundo hijo (que era bastante enfermizo), y en medio de otras dificultades y decepciones, incluso un matrimonio con problemas, empecé a razonar que, de alguna forma, tenía que haber algo más profundo en la vida lo cual yo no estaba experimentando; algo mejor de lo que la escena humana ofrecía. Seguramente, pensé, hay un propósito más elevado en la vida aparte de comer, dormir, trabajar, tener placeres y problemas humanos.
En una oportunidad, a pesar de haber recibido ayuda por medio de la oración de fieles practicistas de la Ciencia Cristiana, en forma intermitente y por más de un año, y agregando a esto mi propio estudio de la Biblia y de los escritos de la Sra. Eddy, no parecía ver progreso alguno en la curación.