La Biblia proclama: “Díganlo los redimidos de Jehová” (Salmo 107:2). Me siento, por cierto, redimida y me gustaría aprovechar esta oportunidad para glorificar a Dios.
Si bien concurrí a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana cuando era joven y tuve hermosas curaciones, sólo hace unos diez años que realmente empecé a estudiar la Ciencia constante y sinceramente. Siete años después, me afilié a La Iglesia Madre y a una iglesia filial. Pocos meses después, un viernes por la noche, mientras me cepillaba los dientes, un pedazo de diente me cayó en las manos. Al mirar mi dentadura cuidadosamente, vi que los dos incisivos inferiores estaban flojos y torcidos, y que me faltaba una parte de uno de los dientes. De inmediato, decidí confiar completamente en Dios para la curación. Fui a mi habitación y comencé a estudiar la Biblia y las obras de la Sra. Eddy.
A la mañana siguiente, concurrí a una conferencia sobre Ciencia Cristiana auspiciada por nuestra iglesia filial. Fui de muy buena gana, sabiendo que el mensaje sería sanador. El conferenciante relató la manera en que un señor había sido sanado de una afección pulmonar mediante la Ciencia Cristiana. Los médicos, que habían tratado en vano de ayudarlo, quedaron maravillados por la curación, y se preguntaban “¿de dónde salieron las moléculas y los átomos que llenaron la cavidad?” Pero el conferenciante explicó que, en la Ciencia Cristiana, el cambio físico es el resultado de la espiritualización de la consciencia. Como Como lo dice Pablo en Romanos (12:2): “Transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Esa noche continué mi estudio.
Al día siguiente solicité ayuda a una practicista de la Ciencia Cristiana. Esa noche, la practicista me llamó por teléfono y me dio para estudiar varias citas de la Biblia y de las obras de la Sra. Eddy, así como extractos de un artículo publicado en un ejemplar del Christian Science Sentinel sobre la naturaleza imperecedera de la verdadera sustancia. Hablamos durante unos quince minutos, y mientras lo hacíamos sentí un hormigueo en la mandíbula inferior.
Leí y reflexioné sobre los siguientes pasajes de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy: “La consciencia construye un cuerpo mejor cuando la fe en la materia se ha vencido. Corregid la creencia material con la comprensión espiritual, y el Espíritu os formará de nuevo” (pág. 425), y “El hombre está subordinado a Dios, el Espíritu, y a nada más” (pág. 481). Cuando me pasé de nuevo la lengua por los dientes, los hallé perfectamente suaves. Me miré en el espejo y vi que la parte del diente incompleto se había restaurado completamente. Ambos dientes estaban firmes y más derechos que nunca, y así han permanecido hasta el día de hoy. Me sentí muy llena de gozo y gratitud.
Las curaciones de Dios son completas y permanentes. La Biblia nos asegura que “todo lo que Dios hace será perpetuo” (Eclesiastés 3:14).
Nunca podré expresar con palabras solamente la gratitud que siento por la Ciencia Cristiana; por la Sra. Eddy, quien descubrió la Ciencia del Cristo, la Verdad; y por Cristo Jesús, quien, por ser el cristiano por excelencia, practicó a la perfección esta Verdad. Por cierto que, según lo declara Ciencia y Salud (pág. 371), “La Verdad es un alterante para todo el organismo y puede ‘sanarlo completamente’ ”.
Vista, California, E.U.A.
Vino Jesús a casa de Pedro,
y vio a la suegra de éste postrada en cama,
con fiebre.
Y tocó su mano,
y la fiebre la dejó;
y ella se levantó, y les servía.
Mateo 8:14, 15
