Hace muchos años tuve una enfermedad que fue diagnosticada como artritis reumática. Tenía entonces doce años de edad. Después de haber pasado dos años de intenso sufrimiento y haber estado bajo constante tratamiento médico, los médicos, incluso un especialista, informaron a mis padres que las articulaciones habían comenzado a osificarse. Los médicos afirmaron que la medicina no conocía ningún medio para hacer revertir este proceso.
Llena de ansiedad y desesperación, mi madre recordó que hacía dos años, poco después de que yo quedara postrado en cama, una querida amiga le había hecho mención de la eficacia curativa de la Ciencia Cristiana. Esta amiga era estudiante de esta Ciencia. Mi madre le había agradecido su preocupación, pero le contestó que no pensaba que se pudiera hacer por mí más de lo que ya se estaba haciendo. Yo estaba recibiendo un tratamiento médico de lo mejor, además de las oraciones del pastor de la iglesia a la que concurríamos.
Ahora que mi caso había sido desahuciado por los médicos, mi madre se comunicó con su amiga y le dijo que estaba lista para saber acerca de la Ciencia Cristiana. Esta querida amiga vino en seguida, trayendo consigo un ejemplar del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, junto con ejemplares del The Christian Science Journal y del Christian Science Sentinel. Ella nos explicó un poco sobre las enseñanzas de la Ciencia Cristiana. Además, nos habló de los practicistas de la Ciencia Cristiana y de su trabajo sanador, y nos mostró los anuncios de practicistas, de las filiales de la Iglesia de Cristo, Científico, y de las Sociedades de la Ciencia Cristiana.
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