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Cuando cursaba mi segundo año de escuela secundaria, tuve una...

Del número de abril de 1986 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando cursaba mi segundo año de escuela secundaria, tuve una curación maravillosa. Un atardecer, perdí de pronto el conocimiento y me llevaron rápidamente en ambulancia a un hospital. (Anteriormente no había estado enfermo.) Los médicos diagnosticaron el caso como pulmonía. Después de varios días de darme medicamentos (todavía me hallaba inconsciente), el cuerpo médico coincidió en que no podían hacer nada más por mí. Los médicos dijeron a mis padres que no me darían más medicinas porque habían perdido toda esperanza de que me recuperara.

Ante esta declaración, mi madre recordó que su papá había recibido bendiciones, en muchas maneras, por medio del estudio y la práctica de la Ciencia Cristiana. Con el consentimiento de mi papá, mi madre se apresuró por llegar a un teléfono y llamó al primer nombre que aparecía en la lista bajo “Practicistas de la Ciencia Cristiana”, de la guía telefónica. Después de enterarse de la situación en que me encontraba y del veredicto médico, la querida practicista que contestó el llamado le habló a mi madre amorosamente por unos momentos y aceptó orar por mí. Pocas horas después recuperé el conocimiento. Las órdenes de que no me dieran medicamentos fueron seguidas por el hospital.

Al hablar con mis padres, la practicista les explicó la necesidad de que se liberaran de un falso sentido de responsabilidad por mí; que me confiaran completamente a nuestro Padre-Madre Dios. Mi progreso desde entonces, aunque gradual, fue seguro y permanente.

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