Siempre estaré agradecida por haber concurrido a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, por ser miembro de La Iglesia Madre y de una iglesia filial. El crecimiento espiritual que estas actividades me trajeron me ayudó a superar una prueba muy seria.
Un día, súbitamente me vino una severa hemorragia. La evidencia física era tan perturbadora que me sentía bastante asustada. Sin embargo, el temor fue subyugado cuando me di cuenta de que, a pesar de lo terrible que parecía ser el problema, no pertenecía a mi identidad real como hija amada de Dios.
Puesto que la hemorragia persistió por varias horas, junto con una creciente sensación de debilidad, llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana, y le pedí que me brindara su bondadoso apoyo. Al cabo de tres horas de haber pedido esta ayuda por medio de la oración, la hemorragia se detuvo tan rápidamente como había empezado, y no me ha vuelto a ocurrir. De cierto, “clemente y misericordioso es Jehová” (Salmo 111:4).
Las bendiciones de la Ciencia Cristiana han alcanzado cada una de las facetas de mi vida. He sanado de una profunda sensación de tristeza, y del temor de salir sola después de que oscurece.
También he sanado del temor a la pobreza. Después de años de no poder dormir por las noches por la preocupación sobre dificultades económicas que parecían imposibles de solucionar, un día se me ocurrió pensar que no estaba dirigiéndome a la fuente correcta en mi búsqueda de una contestación al problema básico. Entonces, pensé mucho en la cuestión de la provisión y oré mucho sobre la misma, afirmando que nuestra verdadera fuente de provisión es Dios, el bien. También reconocí que esta provisión era ciertamente evidente en mi vida, porque nunca había pasado hambre. Siempre había tenido alimentos, un lugar donde vivir, vestimenta, un medio para moverme, y mis libros: la Biblia y Ciencia y Salud. Y, más importante aún, me sentía apreciada.
Al orar para lograr una mayor comprensión espiritual, sentí una sensación maravillosa de bienestar. Fui liberada del temor a la carencia y de un sentido de limitación. Como nos dice el Himno N.° 6 en el Himnario de la Ciencia Cristiana: “Paciencia pide y humildad / pues siempre Dios en su bondad responde a tu necesidad”. Ahora, a tantas otras bendiciones, se ha agregado el don de dormir normalmente. Es muy querida para mí esta línea en Ciencia y Salud por la Sra. Eddy (pág. vii): “Para los que se apoyan en el infinito sostenedor, el día de hoy está lleno de bendiciones”. En verdad que lo está.
Los Angeles, California, E.U.A.
