
Relatos de curación
Deseo expresar mi gratitud por las Lecciones Bíblicas en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Cuando estudio cada tema, encuentro un nuevo mensaje que me trae un entendimiento más claro.
Hacía cuatro años que me había casado cuando supe acerca de la Ciencia Cristiana. En esa época pensaba que un niño era suficiente para una pareja, que sería difícil mantener los gastos de una familia más grande.
Todos los días me invade un sentimiento de bienaventuranza cuando pienso en todo lo que significa para mí la Ciencia Cristiana. Realmente le enseña a la humanidad cómo seguir al Mostrador del camino, Cristo Jesús.
De joven, siempre me pareció que tenía que haber algo más relacionado con el vivir que lo que parecían mostrar los sentidos humanos. Sentía curiosidad por conocer la razón de mi existencia y la naturaleza de Dios.
A la edad de catorce años, conocí someramente la Ciencia Cristiana. Una hermana me llevó a algunos servicios dominicales y a las reuniones de testimonios de los miércoles en una iglesia filial.
Temprano una mañana me desperté a causa de los dolorosos síntomas de una infección de sinusitis en la frente y en la garganta. Mientras yacía en cama preguntándome qué hacer frente al problema, me di cuenta de que habían pasado más de dos años sin que estos perturbadores síntomas me atormentaran.
No creo en los llamados milagros, pero sí creo en la curación. Sé que la confianza en Dios y el hacer todo lo posible por seguir las enseñanzas de Cristo Jesús, siempre traen resultados maravillosos.
La Ciencia Cristiana Christian Science (crischan sáiens) es maravillosa, y yo estoy agradecida por haber sido estudiante de esta enseñanza durante toda mi vida. Cuando estaba en la escuela secundaria, sufrí lo que parecía ser una severa hemorragia pulmonar.
Era una adolescente cuando me interesé en la Ciencia Cristiana. Las primeras curaciones sobresalientes que tuve fueron las de un oído infectado, una enfermedad del corazón y un crecimiento en un dedo del pie.
Cuando supe acerca de la Ciencia Cristiana por primera vez, estaba en Berlín y padecía tuberculosis pulmonar en un estado muy avanzado. Varios médicos habían dicho que sólo me quedaban unas pocas semanas de vida.