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Relatos de curación

Mi gratitud por la Ciencia Cristiana es infinita.

Mi gratitud por la Ciencia Cristiana es infinita. He tenido muchas pruebas de la presencia sanadora de Dios.

Desde que practico las enseñanzas de esta maravillosa religión, he nacido de nuevo. Las curaciones físicas, morales, personales y económicas son más de las que puedo enumerar.

Un día en el trabajo me mandaron, junto con otros hombres, a probar la instalación de una nueva cañería. Después de la prueba, hubo que sacar agua del tubo, de modo que aplicamos aire comprimido por un extremo, pero no salió agua por el otro.

A fines del año 1976 de repente me enfermé gravemente.

A fines del año 1976 de repente me enfermé gravemente. Como vivía sola y no podía conseguir a nadie que me ayudara, me llevaron a un hospital.

Hace algún tiempo me encontraba sola en un hotel en el extranjero. La vida parecía vacía, sin sentido.

Me enteré de la Ciencia Cristiana en Bombay, India, un poco después de la muerte de nuestra segunda bebita, a la semana de nacida. La pérdida de nuestra hija me hizo preguntarme cómo era que un Dios amoroso podía permitir que sucediera tal cosa.

En el otoño de 1972 un día salí a caminar para familiarizarme con la zona de la ciudad de los Estados Unidos donde vivía en esa época. (En ese momento, era profesor visitante en una de las universidades de la ciudad).

Como Científica Cristiana, a menudo reconozco, por medio de las palabras del Salmista, el beneficio que he tenido durante la asociación de toda mi vida con esta religión sistemáticamente sanadora (Salmo 107:8): “Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres”. La iglesia siempre ha sido para mí el punto central en mi vida desde mis días de alumna en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, hasta mi afiliación a La Iglesia Madre y a una filial de la Iglesia de Cristo, Científico.

El amor de Dios me guió a la Ciencia Cristiana.

El amor de Dios me guió a la Ciencia Cristiana. En momentos en que me sentía casi vencida por mis propios problemas, mi esposo cayó enfermo en cama con artritis.

Estoy sumamente agradecido porque durante dieciséis de los diecisiete años pasados nuestro negocio ha progresado mucho. Lo más importante, esto lo atribuyo totalmente a la Ciencia Cristiana porque me ayudó durante tiempos difíciles y me capacitó para contribuir a este logro.

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

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