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[Original en alemán]

Una vez, hice planes con unos amigos para asistir a un concierto por...

Del número de mayo de 1984 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Una vez, hice planes con unos amigos para asistir a un concierto por una banda de música muy popular. Como teníamos boletos con asientos reservados y nos sentaríamos unos cerca de los otros, decidimos encontrarnos en la sala de concierto. Sin embargo, cuando llegué, no pude encontrar mi boleto de entrada. Al principio pensé que me sería imposible entrar. Como en los conciertos de música rock siempre hay jóvenes que tratan de entrar gratis, habían puesto agentes de seguridad adicionales en los alrededores de la sala de concierto.

Traté de poner mi pensamiento en orden rechazando aceptar la idea de pérdida. Seguidamente hice una cuidadosa búsqueda de mi ruta hasta la parada del ómnibus, pero sin resultado. Mientras tanto, el concierto ya había comenzado, y el ómnibus que yo había tomado ya se había ido. Así que llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana. Razonamos juntas partiendo desde el punto de vista de que, en primer lugar, yo era la hija de Dios, su idea dotada de cualidades divinas. Todos los otros eran, como yo, sus hijos unidos con Dios, y, por lo tanto, conocedores de la verdad. Yo sabía que ellos también eran guiados por Dios. Cuando reconocí esto, percibí que podía seguir adelante con valentía. No tenía nada que temer. No podía perder lo que por derecho me pertenecía, aunque no tenía el boleto en mi mano. La verdad prevalece, y nada puede oponerse a ella.

La practicista me alentó para que con calma me dirigiera a la entrada y explicara el problema a los ujieres. Al principio esto me pareció imposible: meramente decirles que había perdido mi boleto, pero que como yo había pagado por él, me deberían dejar entrar. Razoné que como Dios es justo, ¿por qué no me sería posible recibir aquello por lo que había pagado? Oré hasta tener la certeza de que no estaba actuando desde el punto de vista de la voluntad humana. Entonces me dirigí a la entrada. En total, traté en cuatro de ellas. En la tercera entrada, traté de explicar mi situación a los colectores de boletos, pero mi esfuerzo no dio resultado. Entonces me armé de valor con el poco ánimo que me quedaba, y me dirigí a un solitario colector de boletos en la cuarta entrada. Le conté mi historia, y cuando ya empezaba a retirarme, me llamó y me dejó entrar; pude asistir al resto del concierto llena de gozo. Por esta experiencia estoy muy agradecida.

Varias semanas después de esto, fui con mis amigos a una discoteca. Cuando estábamos listos para salir, mi brazo rozó con un cigarrillo encendido. Primero sentí un punzante dolor, pero no miré el brazo. En vez, continué caminando con calma, y repetí la primera frase de la “exposición científica del ser” (Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, pág. 468): “No hay vida, verdad, inteligencia ni sustancia en la materia”. Después que recogimos nuestras pertenencias del guardarropa, miré el brazo y vi un parte rojiza. Rápidamente lo cubrí con mi chaqueta y continué pensando sobre el resto de la “exposición científica del ser”. No miré más el brazo por el resto de la tarde. Al día siguiente, sólo una fina línea indicaba dónde me había quemado, pero ésta desapareció un día después.

En una ocasión, se me inflamó uno de los pies a un tamaño muy anormal. Sin embargo, con la amorosa ayuda de una practicista, el pie volvió de nuevo a su tamaño normal. Esto no impidió que yo cumpliera con el trabajo que tenía durante esas vacaciones. Estos pensamientos fueron particularmente de gran ayuda (Éxodo 3:5): “Quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es”; y (Salmo 66:8, 9): “Bendecid, pueblos, a nuestro Dios, y haced oir la voz de su alabanza. El es quien preservó la vida a nuestra alma, y no permitió que nuestros pies resbalasen”. Esta curación ha sido permanente.

Desde que comencé a estudiar la Ciencia Cristiana, he estado obteniendo mejores resultados en mi deseo de poner a un lado el sentido mortal o personal de las cosas para tener más armonía con mis semejantes. También, por medio de la lectura de las publicaciones de la Ciencia Cristiana en inglés (y en especial The Christian Science Monitor), mis calificaciones en inglés han mejorado.

Estoy muy agradecida a nuestro Padre-Madre Dios porque la verdad nos ha sido revelada por medio de Cristo Jesús y por medio de los escritos de la Sra. Eddy. También estoy sinceramente agradecida por las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana, las conferencias, los servicios religiosos, y las Lecciones Bíblicas semanales como aparecen en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, las que siempre parecen tener los pensamientos precisos que necesitamos.


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