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Desde la edad de seis años he estado asistiendo a la Escuela Dominical...

Del número de abril de 1984 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Desde la edad de seis años he estado asistiendo a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. Ahora soy un adolescente.

Me gustaría mencionar una curación rápida que tuve recientemente por medio de mi fe en Dios. Una mañana, desperté con un fuerte dolor de estómago. Por razón del dolor, mi madre pensó que yo no debería ir a la escuela ese día. Pero en la Escuela Dominical yo había aprendido en la Biblia que “creó Dios al hombre a su imagen”, y que “vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis 1:27, 31).

También recordé que la Sra. Eddy dice en Ciencia y Salud que “el hombre es espiritual y perfecto...” (pág. 475). Siendo esto la verdad, yo sabía que en mi verdadera naturaleza como hijo perfecto de Dios, no podía tener dolor ni estar enfermo.

Tomé mis ejemplares de la Biblia y de Ciencia y Salud, y estudié la Lección Bíblica, que se encuentra en el Cuaderno Trimestral. Antes de irme a la escuela más tarde ese mismo día, estaba yo tan seguro de la presencia de Dios, de Su poder y perfección, que el dolor de estómago desapareció inmediatamente.

Esta curación rápida no fue una sorpresa, porque en la Escuela Dominical yo también había aprendido en la Biblia estas palabras de Cristo Jesús: “Si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará, y nada os será imposible” (Mateo 17:20).

Hay algo más que deseo agregar. Siempre había tenido deseos de hacer un viaje acampando, pero nunca me había sido posible hacerlo. Durante un reciente período escolar, por razón de nuestros excelentes expedientes académicos y buenos resultados en otros temas, once estudiantes y yo fuimos seleccionados, de entre doscientos solicitantes, para pasar tres semanas en un campamento. Me sentí muy agradecido. Para mí fue prueba clara de las palabras de la Sra. Eddy: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana” (Ciencia y Salud, pág. 494).

Estoy agradecido a Dios por la Ciencia Cristiana, por la Escuela Dominical, y por ser miembro de La Iglesia Madre.


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