Relatos de curación
Hace dieciséis años yo estaba muy amargada y llena de odio. Todo lo que me concernía parecía ir mal.
En 1965, antes de ser estudiante de Ciencia Cristiana, un dentista me dijo que padecía de piorrea y que perdería los dientes para cuando cumpliera los cuarenta años. Me dijo que la piorrea era incurable y me dio un medicamento para que lo tomara, y dijo que al menos retardaría la enfermedad.
Antes de conocer la Ciencia Cristiana, sufrí durante muchos años de una condición biliosa que se me presentaba ocasionalmente, y sufría también de problemas circulatorios y funcionales. Tomé gran cantidad de medicamentos, pero nada me ayudó.
“¿Qué no puede hacer Dios?” pregunta la Sra. Eddy en Ciencia y Salud (pág.
Las tareas y exámenes escolares son excelentes oportunidades para glorificar a Dios, la única Mente, y demostrar así el dominio que Dios le ha dado al hombre. Hace algún tiempo, me apareció en la cara una inflamación llamada herpes.
Durante un período difícil por los años de 1960, comencé a leer la Biblia, especialmente el Sermón del Monte de Cristo Jesús (ver Mateo 5–7). Entonces un día leí un artículo sobre la Ciencia Cristiana en una publicación semanal.
Nuestra familia supo acerca de la Ciencia Cristiana a través de una amistad de mi esposa. Poco después, mi esposa me dejaba algún ejemplar del Christian Science Sentinel abierto en determinado artículo para que yo lo leyera.
La aplicación de las verdades de la Ciencia Cristiana dio gran realce a mi carrera de músico ejecutante. Sabiendo que en realidad Dios es el único ejecutante u originador y que yo soy Su expresión, pude desechar la tentación de verme a mí mismo como un mortal talentoso y dejar así que la música fluyera fácil y bellamente.
Una mañana de noviembre de 1977, cuando me ocupaba del arreglo de nuestra habitación, tomé en la mano varios frascos de medicina de la mesita de noche, y me pregunté: “¿En esto consiste la vida? ¿Tengo ilusión de seguir en tales condiciones? No puede ser. Dime, Señor, cuál es el camino”.
Me había estado preguntando qué era Dios, y cuál era la relación entre Dios y el hombre. La primera respuesta clara me vino cuando vivía con una familia de Científicos Cristianos.