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A veces‚ solía preguntarme cómo hubiera sido mi vida si no hubiera...

Del número de enero de 1984 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


A veces‚ solía preguntarme cómo hubiera sido mi vida si no hubiera conocido la Ciencia Cristiana hace unos treinta y seis años. Ahora‚ sin embargo‚ esta Ciencia es una parte tan grande de mi existencia que no puedo ni siquiera imaginar otra forma de vida. Ciertamente tengo mucho motivo para estar agradecida.

Temprano en mi estudio de la Ciencia‚ tuve una enfermedad de naturaleza alarmante. (No obtuve un diagnóstico médico pues no tenía deseos de depender en otra cosa que la Ciencia Cristiana.) Durante todo este tiempo no sentí temor alguno del resultado final‚ pues estaba convencida de que lograría una curación completa. Con la ayuda de la sumamente amable y consagrada oración de un practicista‚ gradual y seguramente el problema fue totalmente superado.

Recuerdo bien el punto decisivo. El practicista me había hablado a menudo de mi verdadera perfección espiritual. Un día‚ mientras me encontraba afuera caminando despacio y dolorosamente‚ me llegó una visión de la Verdad con tanta claridad que me detuve de repente y repetí en alta voz las palabras que se me habían ocurrido: “Si yo soy por completo perfecta‚ entonces yo soy perfecta por completo”. La comprensión de mi relación con Dios‚ como la hija perfecta de un Padre perfecto‚ comenzó con este rayo de luz. Esta luminosa inspiración se hizo más brillante hasta que llenó de tal modo mi consciencia que no hubo más lugar para pensamientos de enfermedad o pecado. Según Dios se fue convirtiendo en Todo para mí‚ experimenté la curación física. La rigidez en la espalda cedió gradualmente‚ y una vez más me pude mover con soltura y sin dolor.

Además de recobrar el peso que había perdido‚ hubo otro cambio más como resultado de esta curación. Un día me pinché un dedo accidentalmente‚ y observé que la sangre‚ que antes de la curación había tenido un matiz anormalmente oscuro‚ tenía ahora un color normal. La curación ha sido permanente.

Unos años después‚ tuve una curación muy significativa para mí. Mi esposo y yo íbamos en avión con destino a Italia a pasar unas vacaciones‚ cuando me caí pesadamente en la parte trasera del avión. Afortunadamente‚ estaba cerca del cuarto de baño. Apoyándome en la manecilla de la puerta para ponerme de pie‚ logré abrir la puerta y entrar. El ruido de los motores amortiguó el ruido de la caída‚ y aparentemente nadie vio lo que había sucedido.

Me dejé caer en un asiento cerca de la puerta. Para entonces un tobillo estaba muy hinchado y rígido‚ la pierna entera muy dolorida‚ y no podía enderezarla. El dolor era tan agudo que casi agradecí el velo de inconsciencia que parecía envolverme. Pero vagamente me di cuenta de que estaba siendo sostenida‚ y se me ocurrió pensar que mi consciencia estaba en Dios y que ésa no podía perderse. Con este reconocimiento de la proximidad de Dios‚ ponderé la “exposición científica del ser”. Ésta comienza así (Ciencia y Salud por la Sra. Eddy‚ pág. 468): “No hay vida‚ verdad‚ inteligencia ni sustancia en la materia. Todo es la Mente infinita y su manifestación infinita‚ porque Dios es Todo en todo”. Repetí esta declaración‚ embebiendo su significado‚ negando la creencia de que hay vida en la materia y la falsa pretensión de accidente‚ y abrigando un sentido de la totalidad del Espíritu.

¡Entonces supe lo que iba a hacer! Me puse de pie‚ apoyándome en el pie sano‚ y alcancé a abrir la puerta. La condición del pie lesionado no había cambiado; no podía ni siquiera soportar poner un dedo en el suelo. No obstante‚ absolutamente convencida de la dirección de Dios‚ salí caminando‚ erecta. Cuando llegué a mi asiento‚ el dolor había disminuido‚ el tobillo estaba casi de tamaño normal. La ligera descoloración que quedaba desapareció en unos cuantos días.

Mi esposo y yo caminamos mucho durante esas vacaciones‚ con frecuencia sobre terreno agreste. Pero él no se enteró del incidente ocurrido en el avión hasta después de regresar a casa. Yo estaba muy agradecida de que nada había estropeado el viaje que habíamos anticipado por tan largo tiempo.

Estoy también agradecida de tener un esposo que‚ aunque no es estudiante de la Ciencia Cristiana‚ está de acuerdo con mi deseo de recibir ayuda en la Ciencia Cristiana cuando tengo alguna necesidad. También‚ otros miembros de mi familia son muy amorosos y comprensivos.

Cristo Jesús hizo un enorme sacrificio para demostrar la totalidad de Dios en beneficio de la humanidad. Y su seguidora‚ la Sra. Eddy‚ luchó para dar a conocer la Ciencia de la labor de Jesús y su aplicación práctica en esta época. Pensando en el esfuerzo de ellos‚ no podemos menos que estar muy humildemente agradecidos.


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