Hace unos dos años‚ apareció un pequeño crecimiento en la parte interior de mi labio inferior. En ese tiempo‚ yo trabajaba durante el verano enseñando a nadar a niños pequeños. No presté gran atención al labio hasta que un joven estudiante me preguntó qué me pasaba. Entonces principié a afirmar la irrealidad del error y a orar cada vez que me venía a la mente el crecimiento‚ pero sin resultado alguno.
En el otoño volví a la universidad y casi olvidé el problema‚ es decir‚ hasta que alguien lo mencionaba. Un miembro de la familia‚ que no es Científico Cristiano‚ también lo observó y expresó preocupación.
Sin embargo‚ yo seguí trabajando calladamente‚ reafirmando mi identidad como hija de Dios‚ sin defectos‚ y resistiendo la tentación de observar o investigar el área. Pero al final del verano siguiente‚ el crecimiento había aumentado. Con gratitud digo que nunca tuve temor de esta condición. La vi como una oportunidad para utilizar las verdades sanadoras de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) que había estado estudiando toda mi vida tanto por mi cuenta‚ como por medio de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. Tenía toda la intención de ser sanada y de aprender lo que necesitaba de dicha experiencia.
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