Hace unos dos años‚ apareció un pequeño crecimiento en la parte interior de mi labio inferior. En ese tiempo‚ yo trabajaba durante el verano enseñando a nadar a niños pequeños. No presté gran atención al labio hasta que un joven estudiante me preguntó qué me pasaba. Entonces principié a afirmar la irrealidad del error y a orar cada vez que me venía a la mente el crecimiento‚ pero sin resultado alguno.
En el otoño volví a la universidad y casi olvidé el problema‚ es decir‚ hasta que alguien lo mencionaba. Un miembro de la familia‚ que no es Científico Cristiano‚ también lo observó y expresó preocupación.
Sin embargo‚ yo seguí trabajando calladamente‚ reafirmando mi identidad como hija de Dios‚ sin defectos‚ y resistiendo la tentación de observar o investigar el área. Pero al final del verano siguiente‚ el crecimiento había aumentado. Con gratitud digo que nunca tuve temor de esta condición. La vi como una oportunidad para utilizar las verdades sanadoras de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) que había estado estudiando toda mi vida tanto por mi cuenta‚ como por medio de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. Tenía toda la intención de ser sanada y de aprender lo que necesitaba de dicha experiencia.
Ese mes de agosto me estaba preparando para un año de estudio en un país latino-americano‚ y fui a un dentista para que me limpiara los dientes antes de salir. Cuando estaba limpiándolos‚ el dentista notó el crecimiento. Me recomendó seriamente que fuera a un médico para que me hicieran algunos análisis. Además‚ expresó temor y dijo que lo que yo tenía podía ser muy serio; que podía ser peligroso no hacer nada.
Salí del consultorio más decidida que nunca a curar el problema por medio de la Ciencia Cristiana. Cuando llegué a mi casa‚ llamé a una practicista‚ quien con mucho amor estuvo de acuerdo en trabajar por mí. Luego busqué mis libros — la Biblia‚ y Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy — para obtener nueva inspiración en el estudio de mi relación con mi Padre celestial. Trabajé con la “exposición científica del ser”‚ que se encuentra en la página 468 de Ciencia y Salud‚ y con el Padre Nuestro (Mateo 6:9–13) y su interpretación espiritual por la Sra. Eddy (ver Ciencia y Salud‚ págs. 16–17). Me vino la idea de ver más las cosas desde un punto de vista espiritual‚ y de tratar de que cada palabra que saliera de mi boca viniese de Dios. Fue una lección inspiradora para aprender a ser más alerta y obediente. Recordé que Cristo Jesús dijo: (Mateo 5:11): “No lo que entra en la boca contamina al hombre‚ mas lo que sale de la boca‚ esto contamina al hombre”.
Cuando salí para la América Latina al principio de septiembre‚ sentí confianza en que la curación se había efectuado. Durante las primeras semanas estaba tan ocupada acostumbrándome a mi nuevo ambiente‚ mis clases y mi trabajo como Segunda Lectora suplente en una Sociedad de la Ciencia Cristiana local‚ que verdaderamente olvidé todo el problema. Luego‚ una mañana‚ al limpiarme los dientes‚ me di cuenta de que el crecimiento había desaparecido completamente.
Esta experiencia me hizo pensar en la declaración de la Sra. Eddy (Ciencia y Salud‚ pág. 4): “Guardar los mandamientos de nuestro Maestro y seguir su ejemplo‚ es nuestra deuda justa para con él y lo único digno de evidenciar nuestra gratitud por todo lo que ha hecho. El culto externo no es suficiente de por sí para expresar gratitud leal y sincera‚ ya que él ha dicho: ‘Si me amáis‚ guardad mis mandamientos’ ”.
Esta curación llenó mi corazón del deseo de vivir en obediencia a los Diez Mandamientos‚ y quedarme siempre en el camino ascendente que Cristo Jesús ejemplificó. Estoy profundamente agradecida por la libertad que acompaña la obediencia a las leyes de Dios.
Traverse City‚ Michigan‚ E.U.A.
