Relatos de curación
Desde mi niñez estuve activa en una iglesia de otra religión. Una maravillosa maestra de la Escuela Dominical me había enseñado a amar la Biblia, y los siguientes versículos entonces tenían para mí especial significado: “He aquí que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20), y “Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Jehová, roca mía, y redentor mío” (Salmo 19:14).
Hace muchos años comencé a sentir bastantes achaques y dolores en las articulaciones. En ese entonces la Ciencia Cristiana era muy nueva para mí, y solicité la ayuda de una practicista de la Ciencia Cristiana para sanar la enfermedad.
“La Ciencia Cristiana explica que toda causa y efecto son mentales, no físicos,” afirma la Sra. Eddy en Ciencia y Salud.
Desde muy joven estaba constantemente buscando una religión adecuada para mí. Esto me dio una oportunidad para familiarizarme con las buenas intenciones de muchas religiones.
En febrero de 1971 me prometí a mí misma confiar en forma definitiva en la Ciencia Cristiana Christian Science (crischan sáiens) para la curación. Antes de esto había programado una cita con un cirujano especialista de oídos a fin de concertar una fecha para que operara de los oídos a mi hija.
Un viernes por la mañana no pude levantarme. Tenía las piernas tiesas y no podían sostenerme, así que me arrastré hasta la cocina en donde mi madre estaba preparando el desayuno.
Hace algunos años, mi esposa y yo regresamos a nuestra casa una noche y encontramos que la llave de la puerta de entrada había desaparecido de mi llavero y, por consiguiente, no podíamos entrar en la casa. Decidí usar una escalera para subir al techo.
Hace muchos años encontré la Ciencia Cristiana por medio de una hermana que había sanado de asma. Mi gratitud va en aumento por haber sido guiada hasta el sendero de la verdad espiritual.
Cuando cursaba el penúltimo año de la escuela secundaria, me salió una protuberancia en un pie que me impedía caminar normalmente. Al caminar cojeaba pues sólo usaba los dedos del pie porque no podía apoyarlo completamente.
Hace varios años, cuando mi hija era bebé, se me inflamaron ambos pechos. Era muy doloroso y yo no sabía qué hacer pues estaba amamantando a la criatura.