
Relatos de curación
Hace unos dos años sentí que en la parte de atrás del cuello me había salido una pequeña protuberancia. No me molestaba mucho, ni se notaba fácilmente pues la ocultaba el cuello de la camisa y mi cabello.
Supe de la Ciencia Cristiana por primera vez durante una emergencia familiar. Una amiga que vino de visita le escribió a su tía, que era Científica Cristiana, para ver si ella podría ayudarnos.
Escribo este testimonio con profunda gratitud a Dios por la protección que experimentó nuestra familia, y los amigos que estaban con nosotros, durante un ataque de terroristas a nuestra casa el año pasado. Nos arrojaron un cohete, una granada de mano y una granizada de balas a través de la ventana de nuestra sala, donde cuatro de nosotros estábamos sentados.
Hace cerca de catorce años que concurro a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, desde que tenía unos cuatro años. Estoy realmente agradecida por las maravillosas curaciones que he tenido, especialmente por ésta que voy a relatar, pues me enseñó que todo lo que Dios ha hecho es bueno, y que Él le ha dado al hombre dominio.
En junio de 1976 mi hija, que iba a cumplir diez y siete años, sanó de una parálisis total de las piernas y de otras complicaciones. La curación tuvo lugar de la siguiente manera: Durante muchos años yo había deseado asistir a una Asamblea Anual de La Iglesia Madre en Boston.
Una mañana me sentí repentinamente mal. No había sensibilidad en uno de los brazos, y no podía gobernar el movimiento de una de las manos.
Por varios años he recibido pruebas del amor y del cuidado constante de Dios. Cuando nuestro primer nieto tenía tres años, fue hospitalizado por lo que se diagnosticó como meningitis espinal.
Hace muchos años padecí de una extrema debilidad. Estando ya al borde del colapso, concurrí a una conferencia de la Ciencia Cristiana.
Recientemente tuve un día extremadamente ocupado, lleno de actividades y responsabilidades. Pasé todo el día sintiendo que luchaba con la sugestión de que estaba cansada y enferma.
Cuando mi esposo comenzó sus estudios de postgraduado, nuestro niño tenía tres meses. Me sentía muy contenta porque era yo quien iba a trabajar para mantenernos durante los próximos dos años, para que mi esposo continuara sus estudios.