
Relatos de curación
Cuando era niña vivía con el constante temor de que nadie me quería. Crecí en una familia rica creyendo que todo lo que importaba en la vida era mi apariencia y cómo me sentía físicamente.
Conocí la Ciencia Cristiana en una ocasión en que me encontraba muy desesperado. El médico que me estaba tratando en ese tiempo me dijo: “Con ese corazón, ya no puede usted usar la bicicleta, ni nadar, ni hacer ninguna clase de deporte”.
El juego legalizado es una de las mayores industrias en la ciudad en donde yo vivía anteriormente. Me empezaron a atraer las máquinas tragamonedas y los juegos de azar.
Hasta que la Ciencia Cristiana Christian Science (crischan sáiens) vino a mi vida, viví en constante temor. Aun cuando tenía esposo e hijos, mi vida no parecía tener ningún sentido, razón, ni propósito.
Cuando cursaba el segundo año de la escuela secundaria, tomé una decisión que me guió en dirección del bien continuo en mi vida. Había asistido a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana desde muy niña.
Hace unos años, tres amigos y yo decidimos pasar el verano escalando montañas en los Alpes. Durante muchos meses todos los momentos que teníamos disponibles los dedicamos a entrenarnos.
Durante muchos años de nuestro matrimonio mi esposo tuvo un severo problema de alcoholismo. Debido a esto, en nuestro hogar la discordia parecía ser la norma y la armonía la excepción.
Hace algunos años, aunque me consideraba un sincero estudiante de Ciencia Cristiana Christian Science (crischan sáiens) , a menudo me sentía como un jugador suplente en un juego de fútbol, que pasa mucho tiempo sentado en la banca. Sentía que me faltaba esa plena convicción espiritual que guía hacia las alturas de la curación y la regeneración.
Hace unos seis años me entró una gran apatía para estudiar la Ciencia Cristiana; concurría a la iglesia esporádicamente y estudiaba la Lección Bíblica del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana sólo cuando me resultaba conveniente. Acababa de obtener un empleo como azafata en una importante compañía aérea.
Durante mi adolescencia cometí muchas equivocaciones típicas de algunos otros de mi generación. Mi madre había comenzado a estudiar Ciencia Cristiana, pero yo no me uní a ella en este estudio.