Hace más de diez años se me desarrolló una bursitis en un hombro. Era tan dolorosa que no podía acostarme, y tenía que pasar la noche sentada en una silla. Como parecía que no progresaba por medio de mi propia oración, le pedí a mi padre que me ayudara. Juntos reconocimos la ley salvadora de Dios, y meditamos sobre las verdades del perfecto ser espiritual del hombre. Este pasaje fue especialmente poderoso (Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, pág. 393): “Sed firmes en vuestra comprensión de que la Mente divina gobierna y que en la Ciencia el hombre refleja el gobierno de Dios. No temáis que la materia pueda doler, hincharse e inflamarse como resultado de una ley cualquiera, cuando es evidente de por sí que la materia no puede tener dolor ni inflamación”. En pocos días todo dolor había desaparecido completamente, y sané de la bursitis.
Mi familia ha tenido curaciones de fiebre escarlatina, un talón infectado y garganta afectada por estreptococos, entre otros males. Estoy profundamente agradecida por lo que he aprendido de la Ciencia Cristiana, y por el impacto sanador que ésta ha tenido en el mundo.
Sharon, Pennsylvania, E.U.A.
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