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¡Qué diferencia hay entre el ignorar una dificultad y el sanarla por...

Del número de julio de 1981 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¡Qué diferencia hay entre el ignorar una dificultad y el sanarla por medio de la oración en la Ciencia Cristiana! Claramente pudimos ver esto cuando una niñita de nuestra familia comenzó a mostrar evidencia leve de una enfermedad de la piel. Por varias semanas el asunto parecía mínimo, pero se fue empeorando hasta que la condición pareció ser tiña.

Entonces se llamó a una practicista de la Ciencia Cristiana para que orara por la niña. La practicista citó estas palabras de San Pablo: “He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación” (2 Corintios 6:2). Este concepto del ahora — la eficacia inmediata del poder sanador de Dios — trajo un resultado instantáneo asombroso.

Dentro del breve tiempo que duró la llamada telefónica la erupción se hizo más aguda. Vimos estos síntomas como la evidencia de “catálisis”. En Ciencia y Salud la Sra. Eddy dice (pág. 401): “Lo que yo denomino catálisis es la efervescencia que se produce cuando la Verdad inmortal está destruyendo la creencia mortal errónea. La catálisis mental trae el pecado y la enfermedad a la superficie, obligando las impurezas a desaparecer, al igual que ocurre con un líquido que fermenta”.

Tal fue el caso aquí. Presenciamos el resultado instantáneo, visible, de la oración que sana. Dentro de una hora la evidencia de enfermedad en el cuerpo de la niña comenzó a desaparecer, y a la mañana siguiente la piel estaba lisa y normal, sin ninguna señal del problema. Cuán agradecidos estamos por esta Ciencia poderosa, práctica y siempre a la mano para bendecir.


Me alegra verificar el relato de mi esposa sobre esta maravillosa curación, y añadir unas pocas palabras a su testimonio. Por algunos años antes de haberme interesado en la Ciencia Cristiana, y también durante años después, me sentía maravillado por el hecho de que, como resultado de orar con comprensión, Dios satisfacía las necesidades específicas de cada uno de nosotros, individualmente.

La solución a este interrogante no me fue evidente hasta que la consideré a la luz de la Ciencia divina. La Sra. Eddy nos dice (Ciencia y Salud, pág. 476): “Dios es el Principio del hombre, y el hombre es la idea de Dios. Por tanto, el hombre no es ni mortal ni material”. Esta percepción absoluta de la creación es práctica ahora. Debido a que la divinidad abraza a la humanidad, podemos obtener pruebas sanadoras de la omnipresencia de Dios, evidencias convincentes de que la unidad entre Dios y el hombre existe eternamente.

Entonces me fue maravillosamente claro que la consciencia espiritual, que constituye el ser verdadero de cada uno de nosotros, no puede nacer en la materia ni morir para salir de ella. El hombre coexiste con Dios, como Su expresión infinita. Tanto el nacimiento como la muerte son conceptos humanos erróneos. Debemos aceptar el bien espiritual presente que siempre está a la mano. Como leemos en 1 Juan 3:2: “Amados, ahora somos hijos de Dios”.

Razonar desde este punto de vista espiritual me ha traído el abastecimiento de todo lo que he necesitado. Me ha dado también un conocimiento instantáneo de lo que se ha necesitado para solucionar problemas de mis clientes en mi negocio. Pero lo mejor de todo, me ha traído alegría al ver la armonía de Dios establecida.

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