Al acercarme a la adolescencia, me vi afligido con una enfermedad que los médicos diagnosticaron como epilepsia. Mi papá, que no pertenecía a ninguna religión determinada, gastó muchos miles de dólares en tratamientos médicos y en especialistas para descubrir la causa y curación de esta enfermedad. Finalmente los médicos dijeron que no era epilepsia lo que yo tenía, sino una forma de convulsiones, una condición que creían databa desde mi nacimiento.
Mi mamá sabía algo de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) por su hermana, que era estudiante de esta Ciencia. Pero no se me permitió recibir tratamiento en la Ciencia Cristiana porque mi papá se oponía tenazmente a ello. Sin embargo, a través de los años, aun cuando yo dependía de píldoras para controlar la enfermedad, sentía el deseo de sanar mediante la Ciencia divina, y hacerme miembro de La Iglesia Madre y de una iglesia filial.
Algún tiempo más tarde, después de la muerte de mi papá, nos mudamos a Los Ángeles. Un primo, que era practicista de la Ciencia Cristiana, vivía allí. Mi mamá comenzó a estudiar la Ciencia con mucha dedicación, y posteriormente se hizo miembro de la iglesia.
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