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Hace muchos años padecí de una extrema debilidad.

Del número de enero de 1981 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace muchos años padecí de una extrema debilidad. Estando ya al borde del colapso, concurrí a una conferencia de la Ciencia Cristiana. Me senté junto a una pared para tener donde apoyarme. En la mitad de la conferencia, sentí que se había producido en mí la curación. Había estado reconociendo el gran amor de nuestro Padre-Madre, anhelando tocar solamente el borde del manto de Cristo, el reconocimiento y aceptación sinceros del poder sanador de Dios. Cuando terminó la conferencia me levanté en la plenitud de mis fuerzas y lleno de gozo. Tenía que tomar el tren y aunque no tenía prisa no pude evitar salir corriendo. Estaba completamente libre.

En una época en que me hallaba sin empleo me ofrecieron de pronto un trabajo que resultó en una posición de muchos años. Esto ocurrió cuando comprendí que Dios era mi verdadero empleador y que Él tenía abundante trabajo para mí mediante la expresión de cualidades espirituales.

Al buscar una mayor comprensión de la protección divina durante los bombardeos en Londres y durante mi servicio en ultramar, descubrí en el Salmo 91 un verdadero báculo donde apoyarme. Siento un gran cariño por el Himnario de la Ciencia Cristiana. En muchas ocasiones, parte de la letra de algún himno favorito me ha traído algún mensaje sanador.

Cuando tuve que mudarme de una casa grande a un lugar más pequeño, supe que el Padre me estaba guiando. Esta frase de Pulpit and Press por la Sra. Eddy me vino al pensamiento: “Nuestra seguridad reside en nuestra confianza de que verdaderamente moramos en la Verdad y el Amor, la eterna mansión del hombre” (pág. 3). Finalmente para vivir encontré un lugar mucho mejor de todos los que había visto hasta entonces.

Una lesión fortuita que sufrí en un ojo me produjo un agudo dolor y ceguera parcial. Después de dos o tres días de oración, con profunda humildad me entregué sin reservas a las manos de Dios, confiando en Su habilidad para sanarme. Cuando desperté a la mañana siguiente, había obtenido una curación completa.

Estoy profundamente agradecido por ser miembro de La Iglesia Madre desde hace unos cuarenta años. Verdaderamente, cuánta gratitud le debemos a Dios por el maravilloso descubrimiento que hizo la Sra. Eddy: la Ciencia Cristiana.


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