Hace muchos años padecí de una extrema debilidad. Estando ya al borde del colapso, concurrí a una conferencia de la Ciencia Cristiana. Me senté junto a una pared para tener donde apoyarme. En la mitad de la conferencia, sentí que se había producido en mí la curación. Había estado reconociendo el gran amor de nuestro Padre-Madre, anhelando tocar solamente el borde del manto de Cristo, el reconocimiento y aceptación sinceros del poder sanador de Dios. Cuando terminó la conferencia me levanté en la plenitud de mis fuerzas y lleno de gozo. Tenía que tomar el tren y aunque no tenía prisa no pude evitar salir corriendo. Estaba completamente libre.
En una época en que me hallaba sin empleo me ofrecieron de pronto un trabajo que resultó en una posición de muchos años. Esto ocurrió cuando comprendí que Dios era mi verdadero empleador y que Él tenía abundante trabajo para mí mediante la expresión de cualidades espirituales.
Al buscar una mayor comprensión de la protección divina durante los bombardeos en Londres y durante mi servicio en ultramar, descubrí en el Salmo 91 un verdadero báculo donde apoyarme. Siento un gran cariño por el Himnario de la Ciencia Cristiana. En muchas ocasiones, parte de la letra de algún himno favorito me ha traído algún mensaje sanador.
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