Hace cerca de catorce años que concurro a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, desde que tenía unos cuatro años. Estoy realmente agradecida por las maravillosas curaciones que he tenido, especialmente por ésta que voy a relatar, pues me enseñó que todo lo que Dios ha hecho es bueno, y que Él le ha dado al hombre dominio.
Mi hermana y yo estábamos en el jardín y me senté, sin darme cuenta, sobre un avispero. De repente fue como si mi cuerpo estuviese cubierto por miles de avispas. Estaban en mi ropa y en mi cabello, se me subían por todas partes. Mis gritos atrajeron la atención de mi mamá y de mi papá, y juntos afirmamos que yo siempre estaba a salvo, protegida por la ley divina del Amor. También reconocimos que Dios, que es el bien omnipotente, nunca creó algo que pudiese ser venenoso o dañino. A medida que fui percibiendo que todas las criaturas son realmente ideas de Dios y viven para expresarlo a Él, comencé a sentir sólo amor por las avispas.
Mi mamá llamó por teléfono a una practicista de la Ciencia Cristiana, quien nos recordó que la Biblia dice que Dios le dio al hombre dominio sobre “toda la tierra, y [sobre] todo animal que se arrastra sobre la tierra” y que “vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis 1:26, 31). La practicista comenzó a orar y se me fue todo el temor, a pesar de que seguía aún cubierta por las avispas.
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