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Por varios años he recibido pruebas del amor y del cuidado constante...

Del número de febrero de 1981 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Por varios años he recibido pruebas del amor y del cuidado constante de Dios. Cuando nuestro primer nieto tenía tres años, fue hospitalizado por lo que se diagnosticó como meningitis espinal. Después de unos diez días, los médicos informaron a los padres que el niño podía morirse. El padre del niño, que no era Científico Cristiano, decidió pedir tratamiento en la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) para su hijo. Dijo a los médicos que no necesitaba más de sus servicios y firmó todos los documentos necesarios liberando al hospital y a su personal de toda responsabilidad en el caso del niño. Llamó a un practicista de la Ciencia Cristiana, quien inmediatamente comenzó a dar tratamiento por medio de la oración.

La ley del Estado exigía que el niño permaneciera en el hospital por unos días más, hasta completar la cuarentena. Durante este tiempo no se le administró ningún medicamento. A las veinticuatro horas desapareció la fiebre por completo, y al terminar el período de la cuarentena permitieron que nuestro nieto regresara a casa. Dos o tres días antes de salir del hospital, se le paralizó una pierna. Dos días después de haber salido, pudo caminar y correr perfectamente. Actualmente nuestro nieto está en la escuela secundaria y participa en muchos deportes. La curación ha sido permanente.

En una ocasión me salió una fuerte erupción en todo el cuerpo, y tenía fiebre y escalofríos. Pedí ayuda a una practicista, y también yo oré por mí misma, decidida a corregir esa condición errónea. Al poco tiempo se me reveló que había sufrido durante muchos años debido a la creencia de que en el pasado había tomado una mala decisión que estaba afectando todo mi futuro. Continué estudiando la Biblia y Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy, para adquirir un mejor entendimiento de mi verdadero ser como la idea inmortal de Dios. Vi claramente que mi verdadera identidad era puramente espiritual, perfecta, y no menoscabada por el errado pensamiento mortal. Razonando desde la premisa de que la Mente divina mantiene a cada una de sus ideas intactas, sin ser afectadas por las falsas creencias de la historia humana, fui totalmente liberada del sufrimiento mental así como de la erupción y de otros síntomas.

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