La primera vez que oí hablar de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) fue cuando mi profesora de inglés nos habló en la clase acerca de su hijo. Él había estado por un largo tiempo enfermo y postrado en cama, y a los doctores no les era posible ayudarlo. Un día ella se comunicó con una practicista de la Ciencia Cristiana, quien oró por su hijo, sanando éste inmediatamente. Esto me causó una fuerte impresión. Muchos años más tarde, cuando contraje un severo caso de gripe, lo cual me ocurría cada seis meses, pedí ayuda a un practicista y sané de aquella dificultad periódica.
Por supuesto, esto me hizo muy feliz y quise saber cómo había sanado. Así es que empecé a estudiar Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Durante mi estudio, un crónico dolor de cabeza y un severo problema de cálculo biliar desaparecieron. Tiré todas las medicinas, y desde entonces he confiado en la Ciencia Cristiana. Con la ayuda de practicistas he tenido muchas hermosas curaciones.
El verano pasado noté un pequeño punto marrón en la mejilla. Al principio le dí poca importancia y lo raspé. A los pocos días tenía una mancha mayor en la mejilla, y oré entonces con las verdades de la Ciencia Cristiana. Pero después de varias semanas la mancha estaba aún ahí, y una vez más traté de quitármela raspándola. La condición empeoró y aumentó su tamaño.
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