Antes de jubilarme, trabajaba en una fábrica preparando sustancias químicas relacionadas con la fotografía. En una ocasión estaba agregando ácido sulfúrico a un líquido hirviendo, y la mezcla inesperadamente me saltó a la cara. A tientas caminé hacia donde estaba el agua fría para neutralizar el ácido lavándome la cara.
Pronto llegó el químico jefe, y me aconsejó muy firmemente que recibiera de inmediato atención médica. Por la apariencia de mi cara temía que pudiera uno de los ojos. Rechacé esta sugestión, y le dije que estaba seguro de que estaría bien. Sostuve en mi consciencia la verdad acerca de mi ser como idea espiritual — como el reflejo perfecto de Dios — y expulsé de mis pensamientos todo temor.
La piel alrededor de los ojos había cambiado de color, y los ojos me dolieron durante varios días. Pero persistí en mis oraciones, y pronto el dolor y otras manifestaciones del accidente desaparecieron, y sané completamente.
Antes del accidente yo usaba anteojos, pero después que ocurrió la curación descrita pude ver mejor sin ellos. Hace ocho años que estoy jubilado y todavía no uso anteojos ni los necesito.
Eastbourne, East Sussex, Inglaterra
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