La Ciencia Cristiana llegó a mi vida por primera vez cuando mi madre sanó de cáncer intestinal. Esta curación causó tal impacto en nuestra familia de siete personas que todos empezamos a asistir a la Iglesia de Cristo, Científico.
Poco después de haberme hecho miembro de una iglesia filial, tuve la oportunidad de probar lo práctica que es esta Ciencia. Tontamente sostuve un cohete en la mano después de encender la mecha, en vez de colocarlo en el suelo. Las dos manos sufrieron quemaduras serias, y el dolor era intenso, así es que pedí ayuda a un practicista de la Ciencia Cristiana. Gradualmente, el dolor desapareció. Pude manejar mi automóvil, rasurarme, y hacer muchas cosas que parecían imposibles de hacer. A las dos semanas ya se me había formado una piel nueva, y trabajaba en mi granja normalmente. Esta curación fue una bendición maravillosa, y un incentivo para el progreso espiritual.
En cierta época la granja progresaba continuamente cuando tuvimos dos inviernos muy malos — el segundo prácticamente destruyó todas mis legumbres. Había poco dinero de reserva porque había sido usado para abastecer y mejorar la granja. Estaba muy afligido, culpándome y lleno de conmiseración propia. Todo mi mundo parecía haberse desplomado. Sin embargo, mi fe fundamental y confianza en Dios seguían imperturbables.
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