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“Dios está en todas partes, y nada fuera...

Del número de septiembre de 1975 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


“Dios está en todas partes, y nada fuera de Él está presente ni tiene poder” (Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, pág. 473). Hace algunos años pude comprobar la veracidad de esta declaración al sufrir la quebradura de una mandíbula en un accidente automovilístico durante nuestras vacaciones. Estaba aterrorizada y grité, pero mi esposo, que era quien iba manejando, me habló en voz alta de la presencia de Dios, de manera que decidí callarme y escuchar. Estoy segura de que esta decisión me salvó la vida. Apenas podía hablar, pero logré decirle a mi esposo que quería tratamiento en la Ciencia Cristiana.

Como necesitaba que se me aseara y se me vendara adecuadamente, me llevaron a un hospital local. Allí los médicos le dijeron a mi esposo que la mandíbula tenía que ser cosida con alambre para lo que debía ir a un especialista en una ciudad grande, y que lo más probable era que mi rostro quedara permanentemente desfigurado. Mi esposo les dijo que éramos Científicos Cristianos y que nos apoyaríamos del todo en la Ciencia Cristiana para la curación. Debido a la firme posición asumida por mi esposo de confiar en la curación espiritual, no me ofrecieron medicinas. Mientras una de las enfermeras me vendaba, silenciosamente declaré la verdad para mí como se nos enseña en esta Ciencia. Declaré que, como idea espiritual de Dios, yo no había sido lastimada porque Dios no sabe nada de accidentes. Tan pronto como mi esposo encontró un cuarto en un motel, llamó a un practicista de la Ciencia Cristiana para que me diera tratamiento. Aunque los médicos estaban renuentes a dejarme salir del hospital, mi esposo insistió en ello y me permitieron salir. Al momento de salir del hospital, una de las enfermeras tomándome las manos entre las suyas me dijo: “¡Cómo me gustaría tener yo la fe en Dios que usted tiene!”, a lo cual sonreí.

No sufrí dolor ni inflamación. Aquella noche, mientras estaba en cama, recordé esta declaración de la Sra. Eddy dada en el libro de texto referente al hombre: “Es la compuesta idea de Dios, incluyendo todas las ideas correctas” (ibid., pág. 475). Pensé que ninguna parte de esta idea compuesta podía jamás estar separada de otra parte de esta idea compuesta, por lo tanto jamás había ocurrido ninguna fractura. Aunque el cuarto estaba obscuro, sentí un suave resplandor de luz espiritual cuando esta verdad inundó mi pensamiento. Al mismo tiempo sentí que los huesos volvían a su lugar. Para mí esto fue una prueba absoluta de la eterna presencia de Dios. Me dormí.

Durante el tratamiento que me dio el practicista nunca sentí temor. Aquella tarde se llamó al practicista y se le informó que estaba mejor. Antes de acostarme aquella noche, expresé mi gratitud por la mejoría que había experimentado.

Después de quedarnos dormidos, mi esposo despertó con un gran dolor en un costado. Después de ayudarlo a sentarse, tomé Ciencia y Salud y le leí en alta voz tres o cuatro páginas. Observé que estaba sentado tranquilo. El dolor había desaparecido. Me agradeció, se acostó nuevamente, y se quedó dormido. Éste fue el fin de esa dificultad. Esta experiencia de mi esposo fue un acontecimiento importante en mi propia curación. Antes, el sonido de mi voz y articulación había sido bastante áspero, pero a medida que le leía, la aspereza comenzó a desaparecer y la voz y la articulación mejoraron. Comprendí que esta falsa pretensión de voz y articulación defectuosas no formaban parte de mí como idea espiritual de Dios.

De regreso en nuestro hogar, temí por algún tiempo perder algunos dientes. Para combatir esta falsa sugestión volví a aferrarme a la declaración de la Sra. Eddy, dada en la página 475 a la que hice referencia antes, y supe que no podía sufrir retroceso. En un mes todas las heridas habían sanado completamente, incluyendo cortaduras profundas que sufrí en la frente y en el mentón. Mi voz y articulación adquirieron su tono normal. Tres meses después del accidente estaba comiendo manzanas, y maíz en la mazorca.

Otras curaciones habidas en nuestra familia incluyen una grave torcedura de un tobillo, quemaduras al tocar una plancha caliente, resfriados e influenza. Dificultades en el trabajo han sido solucionadas. Nuestra hija sanó de un dolor de oídos después de un breve cambio de ideas sobre lo que estaba aprendiendo en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. Estoy inmensamente agradecida por todos los medios que la Sra. Eddy ha proveído para nuestra educación espiritual.


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