Conocía la Ciencia Cristiana desde hacía muchos años, mas no había aplicado sus reglas y enseñanzas, pues, estaba convencida de que realmente nunca podría apoyarme solamente en Dios para mis curaciones. Pero llegó un momento en mi vida en que toda la ayuda material en que me había estado apoyando para solucionar mis problemas de salud se derrumbó, y me encontré ante el futuro con la desoladora perspectiva de que mi cuerpo, saturado de medicación desde mi niñez, la rechazaba, produciéndome distintos tipos de alergias. Una infección apareció, manifestándose en forúnculos con abscesos.
En aquel entonces una amiga que es Científica Cristiana me sugirió que concurriera a un culto de la iglesia y conversara acerca de esta situación con una practicista de la Ciencia Cristiana. Ella me habló de mi filiación con Dios. Logré la certeza de que en ese mismo momento me hallaba libre y completamente sana. Tuve la prueba de estas palabras que aparecen en el Evangelio de San Lucas (18:27): “Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios”, pues mi cuerpo respondió al tratamiento audible, y sané.
Inmediatamente después de esta demostración, que fue para mí una prueba maravillosa del cuidado de Dios, mi vida se tornó totalmente hacia la Ciencia Cristiana — una Ciencia que efectivamente sana. La necesidad de expresar mi agradecimiento a Dios por esta curación que me obligó a refugiarme en Sus brazos, es inmensa. Bajo Su cuidado se halla ahora nuestro hogar. Mi esposo y mis dos hijos pequeños han recibido también hermosas curaciones mediante la aplicación de estas enseñanzas. Situaciones de discordancia, desarmonía y carencia han sido solucionadas por medio de la oración y una comprensiva fe de la protección de nuestro Padre-Madre Dios.
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